Cubierta

Giorgio Nardone,
Emanuela Giannotti, Rita Rocchi

MODELOS DE FAMILIA

Conocer y resolver los problemas entre padres e hijos

Traducción de
Jordi Bargalló Chaves

Revisión de
Adela Resurrección Castillo

 

Esta colección cuenta con la asesoría del Centro de Intervención y Terapia Breve de Barcelona

Herder

Portada

Título original: Modelli di famiglia
Traducción: Jordi Bargalló Chaves
Diseño de la cubierta: Arianne Faber
Maquetación electrónica: Manuel Rodríguez

© 2001, Ponte alle Grazie srl, Milán
© 2003, Herder Editorial, S.L., Barcelona
© 2012, de la presente edición, Herder Editorial, S. L., Barcelona

ISBN DIGITAL: 978-84-254-3110-4

La reproducción total o parcial de esta obra sin el consentimiento expreso de los titulares del Copyright está prohibida al amparo de la legislación vigente.

Herder

Créditos

Notas

1. Anónimo, I 36 stratagemmi: l’arte cinese di vincere, Guida Editore, Napoli 1990.

2. Una profecía que se autorrealiza es una suposición o predicción que por el solo hecho de haber sido presentada consigue que se realice el acontecimiento esperado o predicho, confirmando de esta manera, recursivamente, su propia «exactitud» (Watzlawick 1988).

3. Quinto cuaderno del informe IARD sobre la condición juvenil en Italia. El volumen se publicó a finales del 2001 por la editorial Il Mulino.

4. Time, 1999.

5. Damon, W., 1997.

6. Véase Oliverio Ferraris, Panier Bagat, Pilleri Senatore, 1985.

7. Time, 1997.

8. Time, 2000.

9. Con el término «modelado» se indica una forma de aprendizaje caracterizada por la observación del comportamiento de una persona que hace de modelo; si el modelo nos gusta nos llevará a hacer lo que éste hace; si no nos gusta, será mucho más probable el rechazo de aquel comportamiento.

10. La cibernética es una ciencia interdisciplinaria; aplicada a los sistemas prescinde de las características individuales de sus componentes y se interesa exclusivamente por el funcionamiento y los comportamientos que emergen cuando las partes del sistema interactúan entre ellas. En otras palabras, en lugar de preguntarse «¿qué es esto?», se pregunta «¿qué hace esto?».

11. Nos parece oportuno aclarar los significados de interacción y relación que aparecerán a menudo en nuestro tema. Una interacción es un acto comunicativo entre dos o más personas que se desarrolla en el presente y puede ser breve; como toda comunicación transmite ya sea un contenido, ya sea el modo en que los interlocutores entienden su vínculo. Si una de estas interacciones persiste de forma redundante por largo tiempo entre individuos que viven juntos, se generan relaciones duraderas como la relación simétrica o la relación complementaria. Para una mayor profundización remitimos a Bateson (1988).

12. Watzlawick, Beavin y Jackson, en su Teoría de la comunicación humana, introducen el concepto relacional de «juego sin fin» para describir un sistema gobernado por reglas que se vuelven siempre más rígidas e impiden el buen funcionamiento, sin que ninguno de los participantes encuentre el modo de cambiarlas.

13. El nacimiento del primer hijo en la sociedad actual produce un proceso de transformación familiar a más niveles, sea en la simetría de los roles masculino y femenino, con una marcada distinción por sexo, sea en la gestión de las relaciones familiares, por lo que el esfuerzo de los hombres disminuye con el nacimiento de los hijos (Binda, 1996).

14. Sobre este tema, véase Fiorenza (2000).

15. Una familia alcanza un equilibrio siguiendo de modo consciente o inconsciente reglas no escritas. Se define la homeostasis como la tendencia a mantener siempre las mismas reglas e impedir el cambio. Cuando, por el contrario, la familia consigue configurar de modo diferente las relaciones entre sus miembros y, por consiguiente, evolucionar se habla de morfogénesis.

16. Los terapeutas definidos como estructuralistas (Minuchin, Whitakerm, Haley) hacen referencia a una estructura óptima que cada familia habría de tener para cumplir lo mejor posible sus deberes (sostén, socialización, educación de sus miembros). Esta estructura comporta una subdivisión jerárquica en subsistemas (la pareja, los padres, el hijo, los hermanos); reglas precisas prescriben los límites, las jerarquías y los poderes. Desde nuestro punto de vista, no existe ninguna estructura ideal que garantice el buen funcionamiento de la familia; cualquier modelo de relaciones familiares puede ser funcional, pero se convierte en patógeno cuando ya no es capaz de alternar interacciones complementarias e interacciones simétricas en relación con la dificultad que debe superar y al cambio de contextos.

17. Si esta madre se pone en lugar del hijo y hace lo que éste debería hacer, en efecto, le impide activarse, buscar y encontrar en sí mismo recursos útiles para superar sus límites, volviéndolo cada vez más dependiente y débil.

18. Extraído de Heinz Von Foerster en Ética y cibernética de 2.° orden, compilado por Watzlawick, P., y Nardone, G., 1997, pág. 49.

19. Aún no es muy elevado, pero sí apreciable el número de padres que se benefician del artículo 7 de la ley 903/1977 que extiende al padre el derecho a la baja por paternidad y a otros permisos especiales para el cuidado al hijo pequeño.

20. Ejemplos significativos son los textos de Scaparro (1996) y Pietropolli Charmet (1999).

21. Giani Galino (2000) pone de manifiesto, en una publicación reciente, que muchos jóvenes adolescentes todavía perciben y representan preferentemente a la madre dedicada a desarrollar tareas domésticas, con independencia de su nivel cultural y de su esfuerzo en el mundo del trabajo.

22. Técnica del «como si» (Watzlawick, Nardone, 1997).

23. Scabini, Cigoli, 2000.

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Índice

Prólogo. Efectos peores, mejores intenciones

Capítulo 1. La evolución de la familia. De la privación afectiva a la hiperprotección

Capítulo 2. Redefinir al adolescente y su familia

Familia

Adolescencia

La formación de modelos de interacción familiar

La génesis

Cómo se forma un modelo rígido de interacciones entre padres e hijos

Capítulo 3. Los modelos actuales de la interacción familiar

Modelo hiperprotector

Modalidades comunicativas

Relaciones

Las reglas

¿Qué significados emergen?

¿Cuáles son las consecuencias en las acciones de las personas?

Relatos

Modelo democrático permisivo

Relaciones

Las reglas

¿Qué significados emergen?

¿Cuáles son las consecuencias en las acciones de las personas?

Relatos

Modelo sacrificante

Cómo se forma

Modalidades comunicativas

Relaciones

Las reglas

¿Qué significados emergen?

¿Cuáles son las consecuencias en las acciones de las personas?

Relatos

Modelo intermitente

Modalidades comunicativas y relacionales

Las reglas

¿Qué significados emergen?

¿Cuáles son las consecuencias en las acciones de las personas?

Relatos

Modelo delegante

Cómo se forma

Modalidades comunicativas

Las relaciones

Las reglas

¿Qué significados emergen?

¿Cuáles son las consecuencias en las acciones de las personas?

Problemas que surgen

Relatos

Modelo autoritario

Modalidades comunicativas

Relaciones

Las reglas

¿Qué significados emergen?

¿Cuáles son las consecuencias en las acciones de las personas?

Relatos

Capítulo 4. El adolescente moderno

El varón patoso

La fémina decepcionada

Sugerencias a los hombres en favor de las mujeres

Sugerencias a las mujeres en favor de los hombres

Epílogo

Bibliografía

Epílogo

 

 

 

 

 

 

El método malo forma los espíritus falsos

Abad de Condillac, La lógica

Al término de este largo viaje por el universo de la adolescencia y los actuales modelos de interacción entre padres e hijos, sólo queda recapitular sobre cuanto hemos descrito hasta aquí. Y creo que el mejor modo de encuadrar el tema es resumirlo en forma de metáfora.

Érase una vez un joven campesino chino que quería aprender artes marciales a toda costa. No podía permitirse los maestros de las grandes ciudades ni el acceso a una escuela pública, que estaban reservadas a las familias aristocráticas, pero se enteró de que un gran maestro se había retirado en unos bosques, en las montañas. El joven decidió encontrarlo y proponerse como alumno suyo: sin embargo, el maestro sólo estaba dispuesto a enseñar a poquísimos alumnos, con la condición de que le gustaran. Así que partió una buena mañana y después de seis horas de camino a través de bosques tupidos logró llegar al lugar donde el maestro se había retirado. Era un lugar bellísimo, donde discurría un arroyo que formaba una cascada y el aire estaba dulcemente perfumado. Llegado al lugar se dio cuenta de que el maestro dormía placidamente en la orilla del arroyo. Se sentó y esperó con paciencia. Después de casi tres horas el maestro se despertó. Se desperezó, escuchó la petición del joven y le respondió: «Puede ser, pero ahora estoy demasiado cansado y tengo que dormir. Vuelve mañana». El joven regresó contento e irritado al mismo tiempo, la rabia aceleró su paso y así regresó en menos de cinco horas. En casa le esperaba el trabajo en el campo que había abandonado para poder ir a ver al maestro. Así que se fue a dormir muy tarde. Al día siguiente pensó que, ya que el día anterior se había equivocado de horario para encontrar al maestro, tenía que organizarse de manera diferente. Por tanto, se fue a una hora distinta, pero más tarde porque había tenido que trabajar en el campo, lo que le obligó a caminar más deprisa para llegar a tiempo respecto a sus previsiones. Así que atravesó el bosque, saltó las zanjas, se llenó de arañazos en medio de las zarzas, pero logró llegar en el tiempo previsto. El maestro estaba durmiendo. Después de esperar casi una hora el maestro se despertó, se desperezó lentamente y mirándole fijamente a los ojos, le dijo: «Aún tengo que descansar, así que vuelve mañana». El joven estaba enfadado de verdad: regresó casi corriendo, saltando las zanjas, esquivando las zarzas, de modo que logró regresar a su casa en menos de cuatro horas. Al llegar hizo todos los trabajos que no había podido hacer por la mañana, pero pensó que, para encontrar al maestro despierto, tendría que llegar aún antes. Así al día siguiente se despertó antes del alba, y a la carrera, porque tenía que regresar pronto a su casa para hacer unos encargos, consiguió llegar al maestro apenas había amanecido, pero éste dormía. Después de casi media hora el maestro se despertó y desperezándose le dijo: «Perdóname, pero tengo que dormir. Tendrás que volver mañana». El joven, furioso, regresó corriendo aún a más velocidad, esquivando las zarzas, saltando las zanjas, casi como una gacela. Llegó a su casa en poco más de tres horas. Después hizo todas sus tareas en el campo y en su casa.

Todo esto se repitió durante más de seis meses: cada día el joven intentaba llegar en el momento en que se despertaba el maestro, pero este siempre dormía; y cada vez le pedía que volviera al día siguiente. El joven conocía tan bien el recorrido que, corriendo y saltando entre las zanjas, esquivando las zarzas, conseguía llegar hasta el maestro en poco más de una hora. Y en efecto, durante aquellos meses, había sido capaz de ir hasta el maestro, de hacer su trabajo en el campo y de ocuparse de sus ancianos padres. Un día llegó hasta el maestro y, sorprendentemente, lo encontró despierto, sentado y esperándole. El maestro, con una dulce sonrisa, le dijo: «Ahora podemos empezar a trabajar juntos, porque tú ya has aprendido más de la mitad de todo lo que tengo que enseñarte».

Esta historia, desde mi punto de vista, contiene todo aquello que debería hacerse en las relaciones de la adolescencia, es decir, estimular a los jóvenes a comportarse, no tan sólo sin sustituirlos, sino —al contrario— retándoles y haciendo de manera que se merezcan aquello que quieren, a través de esfuerzos concretos. Lo que se alcanza con facilidad no parece importante, lo que se conquista adquiere valor.

Creo que éste puede considerarse el mensaje fundamental para los adultos que se relacionan con jóvenes, mientras que el mensaje para los jóvenes sería: «Nada tiene valor si no se ha conquistado».

Finalmente, para todos nosotros, sirve aquello que Robert Frost expresa en su aparentemente sencillo aforismo: «Cuando yo era joven iba con los viejos para aprender el pasado. Ahora que soy viejo voy con los jóvenes para aprender el futuro».

Prólogo

Efectos peores, mejores intenciones

Las ideas que no pensamos no existen.

Abad de Condillac, La lógica

Oscar Wilde con su brillante sagacidad escribe: «Con las mejores intenciones se obtienen, la mayoría de las veces, los peores efectos».

Este aforismo encaja perfectamente en la evolución de las relaciones entre adolescentes y familias observadas en Italia en los últimos decenios. Para ilustrar mejor la situación me permito un ejemplo esclarecedor.

Hace algunos años, durante un simposio entre periodistas, publicitarios y psicólogos, un representante de la dirección de una famosa revista económica italiana, Gente Money, se dirigió a mí para pedirme un consejo en relación con una extraña situación surgida en el ámbito de una sección de su revista. Se trataba de una sección de contacto directo con los lectores, dentro de la cual los especialistas económicos ofrecían asesoramiento gratuito para problemas financieros. Un hecho había trastocado a los redactores: la mayoría de las cartas que habían recibido eran solicitudes de información, por parte de jóvenes, sobre cómo poder heredar legalmente y de forma anticipada el patrimonio de los padres. O sea, cómo obtener en herencia el capital de la familia con los padres aún en vida. Esta solicitud, aparentemente absurda, estaba motivada por el hecho de que los hijos se sentían con pleno derecho de entrar en posesión de aquel dinero que, indudablemente, les podía hacer más felices de jóvenes que de viejos. Por tanto, creían correcto solicitar un asesoramiento sobre cómo obtener de forma anticipada un derecho adquirido naturalmente. El periodista me preguntó: «Qué debemos responder? ¿Y cómo se explica usted esta pregunta disparatada?».

Yo contesté que la pregunta no era en absoluto disparatada, vista desde la perspectiva de jóvenes hiperprotegidos a los que todo se les debía por el mero hecho de existir. Añadí que el problema, en mi opinión, estaba en haber cultivado, desde un punto de vista de modalidad social y familiar, una adolescencia privada de responsabilidades y proyectos personales, basándose en un exceso de amor y profunda protección, por parte de los padres, de manera incondicional, es decir, sin ninguna pretensión que los hijos hubieran merecido. Dije, después, que la respuesta más indicada me parecía: «¡Ganaos aquello que queréis gastar!».

Esto podrá parecer al lector un ejemplo extremo, pero no es así: las solicitudes de herencia anticipada eran en verdad numerosas y no representan «una excepción» en el panorama de la familia italiana.

En el transcurso de la presente exposición, a despecho de cuantos están convencidos del hecho de que el afecto profundo no puede hacer más que bien, serán muchas las demostraciones de cómo en realidad el amor puede ser sofocante y que la ayuda no pedida produce más daños que beneficios.

Otro ejemplo esclarecedor en esta dirección lo representa el caso de una madre elegante y culta que se dirigió a mí, hace algunos años, presentándome el problema del hijo, que según ella había sido encantado y sometido psicológicamente por una mujer terrible. La llamada «bruja» había embaucado al chico, que hasta el momento había sido un hijo modelo en los estudios, en el deporte y en la relación con la familia, lo había transformado en una especie de rebelde indomable en las relaciones con sus propios padres y en un dócil hiperdependiente de su propia compañera. La madre procedió a describirme que este hijo había sido hasta entonces una persona muy sensible y delicada, frágil emotivamente y siempre necesitado de sus cuidados maternos; por lo tanto, ella estaba segura de que la «bruja» había sido muy lista en someter una personalidad con tan poca determinación y había inducido al hijo a ser distinto de cómo era naturalmente. En aquel momento le pedí a la madre cuál sería su «peor fantasía» respecto a la evolución de la situación. Me respondió enseguida: «Que se me lo lleve». Hice notar a la señora, utilizando su lógica y su lenguaje, que aquel era un riesgo bien real y que debíamos intervenir ya. Le pregunté también qué había intentado hacer para evitar la nefasta influencia de aquella mujer sobre su hijo. Me expuso todas sus tentativas de disuadir al hijo a que frecuentara a aquella mujer inmoral y peligrosa, que lo estaba alejando de su familia y desviando del camino recto. Todas las tentativas de intervención de la madre resaltaban la «maldad de la mujer» e, indirectamente, la inmadurez psicológica del hijo. No era de extrañar que la situación empeorase.