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Fray Bartolomé de las Casas

Vida de Cristóbal Colón
Edición de André Saint-Lu

Créditos

ISBN rústica: 978-84-9007-794-8.

ISBN ebook: 978-84-9007-492-3.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 23

La vida 23

La obra 23

Donde comienza según Bartolomé de las Casas, la vida del predestinado Colón 25

El pequeño Cristóbal va a la escuela 29

Pero principalmente fue un marino tan viajado que dice haber llegado hasta Islandia (Ultra Tule) y a Guinea, en África 30

Lo que aprendió en el arte de la marinería y de la guerra de su tocayo Columbo Junior. De cómo se casó, vivió en el reino de Portugal y tuvo un hijo 32

Andando por tantas aguas y convencido de la redondez del planeta estudia a los antiguos y se convence de que es posible ir de Occidente al Oriente 35

Pero como en esa época se desconocía el verdadero tamaño del mundo, para saber más, Colón se lee a los grandes autores del pasado 38

El viejo filosofo griego Platón hablaba del país de la Atlántida, en medio del océano, y a Colón le dan ganas de conocerlo 39

Así como leyó al griego Aristóteles, al alejandrino Ptolomeo, a los europeos Alberto Magno y Eneas Silvio Piccolomini, se dedica también a estudiar a los modernos 40

Para saber más se cartea con el sabio florentino Marco Paulo Toscanelli quien le mete en la cabeza que para ir al extremo de Oriente, primero había que llegar a las tierras del gran can (China): ambos ignoraban que en medio del camino estaba América. El sabio responde a su carta 41

Además de frecuentar a los sabios, Colón habla con experimentados marinos que dicen haber estado en la otra parte, en el mundo desconocido 43

Donde se cuentan otras singulares historias de marinos portugueses 45

Para completar, cuando los españoles llegaron a América, algunos indios les dijeron que, antes de ellos, ya los habían visitado otros barbudos 47

Para realizar su sueño Colón necesita apoyo oficial y se va a Portugal a cuyo rey ofrece sus servicios 48

Pero a cambio de su esfuerzo, Colón impone muchas condiciones económicas 49

El rey lo oye, en secreto manda unas naves por la misma ruta que Colón le indica fracasa Colón se va de Portugal porque, además, su soberano está muy ocupado en luchar contra los árabes y conseguir mejores rutas hacia la India 50

Mientras Colón viaja a España en busca de apoyo para su plan, envía a su hermano Bartolomé a la corte inglesa con el mismo propósito 52

Donde comienzan las penas de Colón en España: obtener una audiencia con los reyes, convencer a sus consejeros sobre la viabilidad de su proyecto, demostrar que no era un loco 54

Pero ¿por que se oponían a Colón los asesores de los reyes? 58

Frustrado por tantas incomprensiones y demoras Colón va a Sevilla y expone sus ideas a varios nobles que interceden por el, pero fracasan. Cuando está a punto de irse a Francia, lo oye fray Juan Pérez y alega en su nombre ante la reina 61

Finalmente y gracias a la intervención de altos funcionarios, Isabel de Castilla lo recibe, acepta su plan y ordena ejecutarlo 63

Se firma entonces un contrato y se estipulan los privilegios de Colón, a cambio del mundo que habrá de entregar a los reyes de España 66

Colón se va al puerto de la villa de Palos y comienza a preparar la expedición en la que destacaran tres hermanos de apellido Pinzón 68

Están listas las más famosas carabelas de la historia: La Pinta, muy ligera, que siempre se adelantaba a sus hermanas y fue la primera en ver el nuevo mundo. La Niña, que acompañaría a Colón en tres viajes; la Santa María, naufragada después frente a las costas de Haití 70

Es hora de partir 71

Ruta y destino hacia las islas Canarias. La Pinta sufre una avería. ¿Sabotaje? El volcán de tenerife los saluda con sus fuegos 73

Están en medio del mar desconocido, se angustian y esperanzan 74

Competencias de velocidad en pleno océano por el premio de América 75

Pero pronto surge el descontento porque pasan los días sin resultados. Los marinos se asustan de ver tanta calma en el mar. Colón los apacigua, pero corre el peligro de una insubordinación 76

¿Estaría cambiando también la posición de las estrellas? El almirante Colón descubre que los horarios cambian según los continentes 78

Falsa alarma: faltan cinco días para la historia pero no lo saben 79

¡Tierra! ¡Tierra! ¡Tierra! 80

Hemos llegado a Guanahaní, es decir San Salvador tierra de hombres sanos... Y desnudos 83

Primeros regalos indígenas 86

Gente hermosa y de buena estatura 87

Los españoles, venidos del cielo, según los indios, contemplan por primera vez el barco americano: una canoa. ¿Dónde está el oro? Hacia el sur, dicen los indios 88

Aquí comenzó el error, advierte fray Bartolomé, preocupado porque el almirante tenía que complacer a los reyes y compensar sus gastos 90

Hay tantas islas, todas magníficas, que el almirante no sabe cual elegir. Avista Santa María de la Concepción (hoy islas Caicos, cerca de las Bahamas) 91

Colón descubre además varias cosas juntas: la isla Fernandina, el pan que los indios hacen de mandioca o yuca, y como los nativos riegan la noticia de que han llegado unos extraños 92

Atento a todo, Colón se maravilla de los peces y de las culebras grandes y gordas 94

Los españoles que bajan a la playa regresan con otras novedades: en sus limpias casas, los indios duermen en hamacas 95

De la tierra llega hasta las naos un delicioso olor de flores y de arboles 96

En su ruta aparece la Isla de Cuba, pero cree haber encontrado el rico reino de Cipango (Japón) que había venido a buscar por la ruta del oeste 97

Colón va por la vereda tropical, llena de más y más bellezas 98

Pero estas hermosuras no son una isla, piensa Colón, son un continente: es la China la tierra del gran can 99

Los españoles hacen una campaña de relaciones públicas y tienen gran éxito pues los indios los creen venidos del cielo 100

Fumar es un placer: ¡tabaco cubano, caballero! 101

Viéndolos tan mansos y desnudos, el almirante piensa que los indios podrían llegar a ser buenos cristianos. Se le ocurre entonces secuestrar a algunos de ellos para llevarlos a España 102

Además de Cuba, a Colón llega la noticia de que hay otra isla grande y rica, que llamará La Española (dónde hoy están Haití y la República Dominicana) 103

Donde se cuenta la escapada de Martín Alonso Pinzón 104

A Colón le gustaría verlo todo y rápido, pero le es difícil comunicarse con los indios 105

Pero no todo. Es fiesta y adoración: algunos indios huyen cuando los europeos se acercan 106

Ante sus ojos está Haití, en sus oídos un rumor: los indios de otras partes aseguran que los de La Española son caníbales, pero el almirante dice que son calumnias 107

Los indios le informan de un reino enorme, Caribana, pues por sus viajes tenían noción de que detrás de las islas estaba el continente 108

Tan buenos y tan mansos, o los peligros de la inocencia, según Bartolomé de las Casas 109

Colón entabla relación con el señor y gran rey indio Guacanagarí, quien le hace un buen obsequio 110

Como en todas partes, los españoles preguntan por el oro y los indios dicen siempre que más allá, de lo que Colón deduce que debe estar cerca el Japón 111

Por un descuido naufraga la Santa María durante la primera navidad de los europeos en América 112

Si las otras carabelas no quisieron auxiliar a los náufragos, el rey Guacanagarí sí prestó apoyo a Colón 114

Como el almirante no se cansa de descubrir, encuentra ahora que los indios son grandes bailadores y fiesteros 115

Con los restos de la nave naufragada los españoles construyen su primer establecimiento en América Colón consigue cinco razones para dejar aquí una primera población 116

Los reyes indios agasajan a Colón e intercambian regalos 117

Antes de partir, Colón hace buenas recomendaciones a quienes quedan como sus representantes. Pero no le hicieron caso 118

Cómo el almirante se va, una sirena sale a despedirlo 121

También como despedida, ocurre la primera pelea entre españoles e indios 122

Otra vez en el inmenso mar sobreviene el miedo de una tempestad y se hacen promesas, si se salvan 124

Poco a poco se van acercando a Europa 125

Han llegado sanos y salvos a Lisboa, Colón escribe al rey de Portugal y explica que viene de las Indias, no de África 126

Al comprender lo ocurrido, todo es admiración 127

Record mundial del siglo XV: primer rey europeo que tiene el honor de ver a un americano con sus propios ojos 129

Colón vuelve a España después de 225 días de ausencia 131

¿Qué significa para la humanidad haber hallado un nuevo continente? Responde fray Bartolomé 132

Bartolomé de las Casas explica el significado espiritual de haber puesto América ante los ojos de Colón 133

Desde Barcelona, los reyes de España escriben a Colón 134

Colón emprende camino hacia la corte y los pueblos se vuelcan en la ruta para saludarlo 135

Isabel y Fernando lo reciben con honores 136

En recompensa, el papa hace de Isabel y Fernando reyes católicos y les da poder completo, en nombre de Dios, sobre todas estas tierras nuevas, desconocidas para Europa 137

Para agradecer sus hazañas, los reyes confirman a Colón sus privilegios y a sus hermanos hacen nobles 138

Destino de los indios americanos llevados a Europa 139

Tras un breve intervalo, Colón organiza su segundo viaje 140

Donde se cuenta quien era el descubridor Alonso de Hojeda 141

Antes de volver a América juran lealtad. Vienen pocos religiosos en esta travesía 142

¿Tenía Colón algún secreto muy secreto con los reyes? 143

En América por segunda vez descubre nuevas islas: Dominica Guadalupe, presiente estar cerca de tierra firme, pero falta mucho para probar su intuición 144

Las once mil vírgenes, que no eran tantas, y Borinquen, hoy Puerto Rico 146

Avistada la isla La Española, Colón envía como su mensajero a un indio viajado por Europa 147

A recibirlo, el rey Guacanagarí manda mensajeros. Comienza a sospechar lo que pasó con los españoles que quedaron en la isla 148

En busca del fuerte de la natividad, en donde habían quedado los primeros colonos 149

Pero Colón no ceja: decide fundar un pueblo europeo en estas costas 152

Parten para España unos navíos a llevar noticias frescas y oro 154

Bernal de Pisa protagoniza la primera rebelión española en América 155

Fundación de la fortaleza de Santo Tomas. Por primera vez se cultiva la cebolla son encontrados unos misteriosos huevos de piedra 157

Como no tienen que comer y están flacos y enfermos, el almirante obliga a los españoles a trabajar y se gana muchos enemigos 159

La visita de unos fantasmas descabezados 161

Donde se cuentan las malas acciones de Alonso de Hojeda y sus nefastas consecuencias en el trato con los indios 162

Colón organiza un consejo para gobernar la villa de Isabela, que habría de convertirse en el primer puerto, astillero, almacén y aduana del comercio con España 165

El descubrimiento de Jamaica los indios se resisten 166

Colón se propone destruir a los indios caníbales pero sufre de insomnio y después de modorra 168

De regreso a la Isabela la encuentra alborotada y a los indios alzados, y no es para menos porque los sojuzgan 169

En la batalla contra los indios se aplica la ley del talión y mucho más 171

Se extiende la conflagración, prisión de Caonabo quien sin embargo admira a su captor hojeda. Triste fin de este rey indio 172

Mientras, llega a España con noticias y chismes, la flota que desde América enviara Colón 173

Entre tanto, en las islas, comienzan a trabajar los perros de guerra 174

Es que los indios no sabían contar 175

Nuevas operaciones de comandos 176

De cómo los indios comenzaron a pagar impuestos de oro desde los catorce años de edad 177

Los indios deciden no volver a cultivar sus huertos, y a la guerra se suma el hambre que los mata 180

Pero como el oro que se saca no es suficiente y a la corte española llegan noticias de que Colón la engaña, le envían a Juan Aguado como escudriñador de sus acciones 182

Entusiasmados por las riquezas de América en Sevilla se organizan marinos y vecinos para viajar y los reyes los autorizan 183

Juan Aguado interfiere la autoridad del almirante quien, lleno de paciencia lo sufre 184

Los españoles descubren los terribles huracanes del Caribe 186

Entre tanto se edifican nuevas fortificaciones, que las crueles guerras deshicieron, recuerda fray Bartolomé 187

Se construyen las primeras naves fabricadas en América. Bartolomé y Diego Colón son convertidos en gobernadores. El almirante viaja a España 188

Colón va en busca de la corte para informar sobre sus empresas y explicar sus problemas 190

Los reyes lo acogen bien y toman previsiones para organizar las nuevas tierras. Vendrán artesanos, clérigos, agricultores, un físico. Un boticario y algunos instrumentos músicos 191

Disposiciones relativas a la distribución de tierras, aguas, oro y plata 193

Colón también se equivoca, dice fray Bartolomé, y explica la razón 194

Mientras, desde la Isabela, se cuenta cómo fue el gobierno de Bartolomé Colón. Visita al rey indio Behechio y a su poderosa hermana Anacaona, quienes lo reciben con bailes de areítos 195

Retrato de la poderosa Anacaona 197

Las fiestas y el esplendor de Anacaona 198

Mientras Colón está en España, en América comienza la rebelión de Francisco Roldán, que le traerá tantos dolores de cabeza 200

Las estrategias de Roldán 201

Donde siguen los líos de Roldán 202

Roldán gana adeptos 204

De cómo los indios pagan los pleitos extranjeros 205

Para fray Bartolomé, los problemas causados por Roldán fueron un castigo del cielo para los hermanos Colón 206

Sin embargo, los reyes ratifican al almirante sus privilegios anteriores y le dan otros nuevos 207

Comienza el tercer viaje de Colón, ahora con el peligro de naves francesas en guerra: pasa otra vez por las islas Canarias 208

Más hacia el sur llega a las islas de Cabo Verde, cerca de la costa de Guinea, de donde, abastecido, emprende la ruta de América 210

El cielo se llena de innumerables aves, junto al Atlántico está la isla de Trinidad 211

Por intuición, Colón da por fin con tierra firme, es decir, con el continente americano, no con el rosario de islas que hasta el momento conociera 212

Buen observador, el almirante contempla a los nativos y describe sus cuerpos, sus pelos y sus armas 214

Tal es el caudal de agua dulce (el río Orinoco), que la razón le indica hallarse ante un continente. Hay ostras y papagayos 215

Descubrimiento de la península de Paria, en la actual Venezuela 216

Este mar es dulce 217

Los indios le dicen que más abajo hay espejos de oro 218

Se pelean las aguas dulces y saladas. Los navíos se sienten atrapados en la boca de un dragón, animal que da nombre a una de las salidas del gran río 219

Más al norte descubre la isla de las Perlas. De tanto vigilar los mares y las tierras, Colón está enfermo de los ojos 221

Los razonamientos del agua: hay tierra firme, lo que no hace sino confirmar lo que ya se decía en el Antiguo Testamento 223

No fue de otro, insiste fray Bartolomé, la gloria de encontrar tierra firme, primero fue Colón 224

Donde Bartolomé de las Casas defiende a Colón de la confusión, involuntaria, creada por Américo Vespucio 225

Los descubrimientos de Alonso de Hojeda, también en tierra firme, fueron después, asegura nuevamente fray Bartolomé 226

La confusión de América 228

No es solo un continente, nuevo y desconocido de los europeos, es además, y nada menos, que el Paraíso terrenal 229

Después de dos años y medio Colón vuelve a La Española 230

Encuentra que todo está revuelto, que Roldán está alzado, que muchos quieren volver a España 231

Negociaciones con Roldán 232

Malas consecuencias 234

Colón se ve obligado a despachar unas naves para España 235

El almirante explica a los reyes el problema de Roldán 236

Mientras, cunde el mal ejemplo y Colón cede 237

Más y más consecuencias de lo de Roldán 239

Donde se relatan las hazañas de otros navegantes mientras Colón estaba sumergido en los lios del gobierno 241

De cómo Vicente Yañez Pinzón descubrió Brasil cuando Colón estaba en tanto pleito 242

Colón, sumido en la pena teme la pérdida de sus privilegios. Para completar de España le mandan a Francisco de Bobadilla para que investigue los desórdenes 243

Bobadilla entra en funciones 244

Las acusaciones contra Colón son largas 245

De cómo los hermanos Colón, incluyendo al almirante, terminaron presos 247

¡Que injusticia, dice fray Bartolomé: Roldán sin culpa, Colón encadenado! Así, humillado, llega a España el almirante de la mar océana 249

Colón cuenta sus penas a los reyes 250

Colón pide justicia, pero para gobernar todas las Indias, los reyes nombran a Nicolás de Ovando 251

Se le instruye sobre no esclavizar a los indios 252

Qué pasaba, entre tanto, con Colón 253

Aunque no será gobernador, a Colón le son restituidos sus privilegios y se le dan instrucciones para que viaje otra vez 254

Preparativos de viaje 255

Es hora de partir, oh abandonado 256

Aunque no le estaba permitido, Colón llega a Santo Domingo y se le niega puerto. Anuncia la inminencia de una tempestad y solo consigue burlas 257

Como lo había advertido, los mares y los cielos se agitan hasta que naufraga la flota española 258

Viaja entonces y cada vez más lanzado hacia el oeste da con Centroamérica tiene noticias de otras tierras en Yucatán (México) y cuyos marinos exhiben pan y vino de maíz, cacao, navajas de pedernal y otros enseres 259

Aunque otra vez ha tocado tierra firme, sigue buscando un paso de mar que lo haga entrar en la rica Asia de sus sueños 261

Colón va a parar al Cabo de Gracia de Dios (Nicaragua), luego de observar los raros atavíos de los indios 262

Ahora llega a Panamá 263

Siempre en el mar lo sacude una espantosa tormenta la comida escasea o se pudre 264

En el río Belén de Veragua (Panamá) 265

La crecida del río los arrastra con gran peligro 266

Como los indios son mansos, hay oro y la tierra es buena, resuelven instalar un campamento y fundar el primer pueblo europeo en Centroamérica 267

Las hazañas de don Hernando con el cacique Quibia 268

Contrataque de Quibia y arremetida española 269

Rodeados de peligros 271

Los indios intentan huir de la nave que los tiene prisioneros y al no conseguirlo se suicidan 272

Colón viaja más al sur, regresa al mar Caribe y sus naves naufragan en Jamaica 273

Envía dos mensajeros a pedir auxilio 274

Parten las dos canoas hacia Santo Domingo 275

Relato de unos náufragos 276

Llegan los enviados a su destino y Colón es auxiliado 277

Mientras, en Jamaica, un grupo de náufragos se subleva contra Colón y tras muchos intentos se marchan en canoas 278

Los restantes pasan hambre. Colón, cual mago, predice un eclipse y, aterrados, los indios le sirven 279

Colón regresa a Santo Domingo, recibe nuevas vejaciones. Parte definitivamente para España 281

Colón llega a Sevilla y, para su mayor tristeza, encuentra que su protectora la reina Isabel ha muerto 282

Sin embargo, viaja a la corte y entera al rey Fernando de su última empresa y de las recientes rebeliones de su flota 283

Colón pide una recompensa por sus servicios, pero el reclamo de sus privilegios entra en infinitas dilaciones 284

Muere el almirante 285

Murió pobre y despojado, insiste Bartolomé de las Casas al concluir la vida de Colón 286

Libros a la carta 289

Brevísima presentación

La vida

Bartolomé de las Casas (Sevilla, 1474-Madrid, 1566). España.

De las Casas fue colono y encomendero en La Española, y más tarde fraile dominico y obispo de Chiapas. En 1502 llegó a La Española para hacerse cargo de las propiedades de su padre, y diez años más tarde fue el primer sacerdote ordenado en América. Después vivió en Cuba y obtuvo numerosas riquezas gracias a los repartimientos y encomiendas. En 1514, regresó a España y renunció a todas sus propiedades. Tras su experiencia en América, promulgó un nuevo modelo de evangelización y se convirtió en un ferviente defensor de los derechos de los indios, lo cual provocó la enemistad de obispos, gobernadores y miembros del poderoso e influyente Consejo de Indias. En 1520 viajó a Venezuela para poner en práctica sus ideas sobre una colonización pacífica, y años después predicó en tierras de Nicaragua y Guatemala, hasta que en 1540 regresó a España, donde fue uno de los más destacados impulsores de las Leyes Nuevas (1542) y escribió Brevísima relación de la destrucción de las Indias, obra dirigida al príncipe Felipe, futuro rey Felipe II de España, quien por entonces se ocupaba de los asuntos de Indias. En 1544, tras ser nombrado obispo en Sevilla, tomó posesión de la diócesis de Chiapas, donde denunció los crímenes de los colonos y se ganó un buen número de enemigos. En 1546 se trasladó a México y un año después regresó a España, donde redactó su Historia de las Indias (1552-1561), que solo se publicaría en 1875.

La obra

Gracias a los escritos de Bartolomé de las Casas conocemos parte de la Vida de Cristóbal Colón, sin embargo, nunca coincidieron. Las Casas se embarcó hacia América en 1502 y residió en La Española hasta su retorno a Sevilla en 1506. Precisamente en 1502, Colón hizo su cuarto y último viaje. Quizá estas dos notables figuras se hubieran conocido, pero una tormenta hizo desembarcar a Colón en Jamaica donde permaneció hasta su regreso a España en 1504. El navegante genovés era treinta años mayor que el fraile sevillano y murió dos años después en Valladolid, con poco más de cincuenta años. Las Casas fallecería casi medio siglo después.

Bartolomé de las Casas fue uno de los principales biógrafos y relatores de las aventuras de Colón. Aunque algunos historiadores discrepan de ciertos detalles, no hay lugar a dudas de que nadie, en su época, estaba mejor documentado que el fraile dominico español. Tuvo acceso a sus diarios, a sus cartas, a los textos oficiales y a otros documentos.

Donde comienza según Bartolomé de las Casas, la vida del predestinado Colón

Y por llevar por orden de historia lo que de su persona entendemos referir, primero se requiere, hablando de personas notables, comenzar por el origen y patria dellas. Fue, pues, este varón escogido de nación genovés, de algún lugar de la provincia de Génova; cuál fuese donde nació o qué nombre tuvo el tal lugar, no consta la verdad dello, más de que se solía llamar, antes que llegase al estado que llegó, Cristóbal Columbo de Terra-Rubia, y lo mismo su hermano Bartolomé Colón, de quien después se hará no poca mención. Una Historia portuguesa que escribió un Juan de Barros, portugués, que llamó Asia, en el lib. III, cap. 2 de la primera década, haciendo mención deste descubrimiento, no dice sino que, según todos afirman, este Cristóbal era genovés de nación. Sus padres fueron personas notables, en algún tiempo ricos, cuyo trato o manera de vivir debió ser por mercaderías por la mar, según él mismo da a entender en una carta suya. Otro tiempo debieron ser pobres por las guerras y parcialidades que siempre hubo y nunca faltan, por la mayor parte, en Lombardía. El linaje suyo dicen que fue generoso y muy antiguo, procedido de aquel Colón de quien Cornelio Tácito trata en el lib. XII al principio, diciendo que trajo a Roma preso a Mitrídates, por lo cual le fueron dadas insignias consulares y otros privilegios por el pueblo romano en agradecimiento de sus servicios. Y es de saber, que antiguamente el primer sobrenombre de su linaje dicen que fue Colón; después, el tiempo andando, se llamaron Colombos los sucesores del susodicho Colón romano o capitán de los romanos; y destos Colombos hace mención Antonio Sabélico, en el lib. VIII de la década 10, folio 168, donde trata de dos ilustres varones genoveses que se llamaban Colombos, como abajo se dirá.

Pero este ilustre hombre, dejado el apellido introducido por la costumbre, quiso llamarse Colón, restituyéndose al vocablo antiguo, no tanto acaso, según es de creer, cuanto por voluntad divina, que, para obrar lo que su nombre y sobrenombre significaba, lo elegía. Suele la divinal Providencia ordenar que se pongan nombres y sobrenombres a las personas que señala para se servir conformes a los oficios que les determina cometer, según asaz parece por muchas partes de la Sagrada Escritura, y el Filósofo, en el IV de la Metafísica, dice que los nombres deben convenir con las propiedades y oficios de las cosas.

Llamóse, pues, por nombre, Cristóbal, conviene a saber, Christtum ferens, que quiere decir traedor o llevador de Cristo, y así firmaba él algunas veces; como en la verdad él haya sido el primero que abrió las puertas deste mar Océano, por donde entró y él metió a estas tierras tan remotas y reinos hasta entonces tan incógnitos a Nuestro Salvador Jesucristo y a su bendito nombre el cual fue digno que antes que otro diese noticia de Cristo e hiciese adorar a estas innúmeras y tantos siglos olvidadas naciones. Tuvo por sobrenombre Colón, que quiere decir poblador de nuevo, el cual sobrenombre le convino en cuanto por su industria y trabajos fue causa que descubriendo estas gentes, in finitas ánimas dellas, mediante la predicación del Evangelio y administración de los eclesiásticos sacramentos, hayan ido y vayan cada día a poblar de nuevo aquella triunfante ciudad del cielo. También le convino, porque de España trajo el primero gente (si ella fuera cual debía ser) para hacer colonias, que son nuevas poblaciones traídas de fuera, que puestas y asentadas entre los naturales habitadores destas vastísimas tierras, constituyeran una nueva, fortísima, amplísima e ilustrísima cristiana Iglesia y feliz república.

Lo que pertenecía a su exterior persona y corporal disposición, fue de alto cuerpo, más que mediano; el rostro luengo y autorizado; la nariz aguileña; los ojos garzos; la color blanca, que tiraba a rojo encendido; la barba y cabellos, cuando era mozo, rubios, puesto que muy presto con los trabajos se le tornaron canos. Era gracioso y alegre, bien hablado, y, según dice la susodicha Historia portuguesa, elocuente y glorioso, dice ella, en sus negocios. Era grave con moderación, con los extraños afable, con los de su casa suave y placentero, con moderada gravedad y discreta conversación, y así podía provocar los que le viesen fácilmente a su amor. Finalmente, representaba en su presencia y aspecto venerable persona de gran estado y autoridad y digna de toda reverencia. Era sobrio y moderado en el comer y beber, vestir y calzar. Solía comúnmente decir, que hablase con alegría en familiar locución, o indignado, cuando reprendía o se enojaba de alguno: «Doy vos a Dios; ¿no os parece esto y esto?» o «¿por qué hicisteis esto y esto?».

En las cosas de la religión cristiana, sin duda era católico y de mucha devoción; casi en cada cosa que hacía y decía o quería comenzar a hacer, siempre anteponía: «En el nombre de la santa Trinidad haré esto» o «vendrá esto», o «espero que será esto». En cualquiera carta u otra cosa que escribía, ponía en la cabeza «Jesús cum María sit nobis in via», y destos escritos suyos y de su propia mano tengo yo en mi poder al presente hartos. Su juramento era algunas veces: «juro a san Fernando»; cuando alguna cosa de gran importancia en sus cartas quería con juramento afirmar, mayormente escribiendo a los reyes, decía: «hago juramento que es verdad esto». Ayunaba los ayunos de la Iglesia observantísimamente; confesaba muchas veces y comulgaba; rezaba todas las horas canónicas como los eclesiásticos o religiosos; enemicísimo de blasfemias y juramentos; era devotísimo de Nuestra Señora y del seráfico padre san Francisco; pareció ser muy agradecido a Dios por los beneficios que de la divinal mano recibía, por lo cual, casi por proverbio, cada hora traía que le había hecho Dios grandes mercedes, como a David. Cuando algún oro o cosas preciosas le traían, entraba en su oratorio e hincaba las rodillas, convidando a los circunstantes, y decía «demos gracias a Nuestro Señor, que de descubrir tantos bienes nos hizo dignos». Celosísimo era en gran manera del honor divino; cúpido y deseoso de la conversión destas gentes, y que por todas partes se sembrase y ampliase la fe de Jesucristo, y singularmente aficionado y devoto de que Dios le hiciese digno de que pudiese ayudar en algo para ganar el santo Sepulcro; y con esta devoción y la confianza que tuvo de que Dios le había de guiar en el descubrimiento deste orbe que prometía, suplicó a la serenísima reina Doña Isabel que hiciese voto de gastar todas las riquezas que por su descubrimiento para los reyes resultasen, en ganar la tierra y santa casa de Jerusalén, y así la reina lo hizo, como abajo se tocará.

Fue varón de grande ánimo, esforzado, de altos pensamientos, inclinado naturalmente, a lo que se puede colegir de su vida y hechos y escrituras y conversación, a acometer hechos y obras egregias y señaladas; paciente y muy sufrido (como abajo más parecerá), perdonador de las injurias, y que no quería otra cosa, según dél se cuenta, sino que conociesen los que le ofendían sus errores, y se le reconciliasen los delincuentes; constantísimo y adornado de longanimidad en los trabajos y adversidades que le ocurrieron siempre, las cuales fueron increíbles e infinitas, teniendo siempre gran confianza de la Providencia divina, y verdaderamente, a lo que dél yo entendí, y de mi mismo padre, que con él fue cuando tornó con gente a poblar esta isla Española el año 93, y de otras personas que le acompañaron y otras que le sirvieron, entrañable fidelidad y devoción tuvo y guardó siempre a los reyes.

El pequeño Cristóbal va a la escuela

Siendo, pues, niño lo pusieron sus padres a que aprendiese a leer y a escribir, y salió con el arte de escribir formando tan buena y legible letra (la cual yo vi muchas veces), que pudiera con ella ganar de comer.

De aquí le sucedió darse justamente al aritmética y también a dibujar y pintar, que lo mismo alcanzara si quisiera vivir por ello. ¡Estudió en Pavía los primeros rudimentos de las letras, mayormente la gramática, y quedó bien experto en la lengua latina, y desto lo loa la dicha Historia portuguesa, diciendo que era elocuente y buen latino; y esto ¡cuánto le pudo servir para entender las historias humanas y divinas! Estos fueron los principios en que ocupó su niñez y con que comenzó las otras artes que en su adolescencia y juventud trabajó de adquirir. Y porque Dios le dotó de alto juicio, de gran memoria y de vehemente afición, tratando muchas veces con hombres doctos, y con su infatigable trabajo estudioso, y principalmente, a lo que yo cierto puedo y debo conjeturar y aun creer, por la gracia singular que le concedió para el ministerio que le cometía, consiguió la medula y substancia necesaria de las otras ciencias, conviene a saber, la geometría, geografía, cosmografía, astrología o astronomía y marinería.

Pero principalmente fue un marino tan viajado que dice haber llegado hasta Islandia (Ultra Tule) y a Guinea, en África

De todas estas cosas ya dichas parece la gran pericia, práctica y experiencia, estudio y solicitud que tuvo Cristóbal Colón de las cosas de la mar, y los fundamentos y principios y teórica que se requería para ser doctísimo en las alturas y en todo lo que concierne al arte de navegar, de los cuales, quien carece, muchas veces en las navegaciones podrá errar y errará, como vemos cuántos yerros hacen y daños que causan los pilotos en la navegación destas Indias, porque casi no aciertan sino acaso; y así creemos que Cristóbal Colón en el arte de navegar excedió sin alguna duda a todos cuantos en su tiempo en el mundo había, porque Dios le concedió cumplidamente más que a otro estos dones, pues más que a otro del mundo eligió para la obra más soberana que la divina Providencia en el mundo entonces tenía.

Bien parece por lo dicho cuán ocupado siempre anduvo Cristóbal Colón antes que tratase deste descubrimiento, y aun más abajo mejor parecerá, y cómo hubo bien menester todo aquel tiempo que vivió para ello. De donde asaz bien se sigue no haber bien dicho Agustín Justiniano, el cual, en una colección que hizo del Psalterio en cuatro lenguas, sobre aquel verso: In omnem terram exivit sonus eorum, etc., y después en su Crónica, dice que Cristóbal Colón tuvo oficio mecánico, lo cual parece difícil y casi imposible haber sido, si no fuese como acaece a muchos buenos e hijos de buenos huirse de sus padres cuando muchachos y asentar en otras tierras por algún día, hasta que son hallados con algún oficial. Pero aun para esto parece no haber tenido tiempo, cuanto más, que aun el mismo Agustín Justiniano se contradice en la dicha colección del Psalterio, diciendo estas palabras: «Este Cristóbal Colombo habiendo en sus tiernos años aprendido los principios de doctrina, cuando ya fue mancebo se dio al arte de la mar y pasó a Lisboa, en Portugal, donde aprendió las cosas de cosmografía, etc.». Por las cuales palabras y por otras que allí añade, parece que aun el mismo Justiniano lo ocupa de tal manera que no le deja tiempo alguno para en qué se pudiese ocupar en arte alguna mecánica; cuanto más, que como abajo quizá se tocará, el dicho Justiniano dice otras y no pocas cosas, por las cuales parece haber escrito como escritor que a tiento escribe o mal informado, muy contrarias de la verdad. Y porque la señoría de Génova tiene comprobada la verdad cuanto ha sido posible, y halló que el Justiniano había excedido en su historia, así por decir cosas que no son verdad, como en alguna manera abatiendo el oficio y, por consiguiente, perjudicando a una persona tan digna y a quien tanto debe toda la cristiandad, por público decreto (según tengo entendido) ha prohibido que ninguno sea osado de tener ni leer la dicha Crónica de Justiniano, mandando recoger todos los libros y traslados que della hubiere, porque a manos de nadie pueda llegar.

Lo que aprendió en el arte de la marinería y de la guerra de su tocayo Columbo Junior. De cómo se casó, vivió en el reino de Portugal y tuvo un hijo

Como fuese, según es dicho, Cristóbal Colón, tan dedicado a las cosas y ejercicio de la mar, y en aquel tiempo anduviese por ella un famoso varón, el mayor de los corsarios que en aquellos tiempos había, de su nombre y linaje, que se llamaba Columbo Junior, a diferencia de otro que había sido nombrado y señalado antes, y aqueste Junior trajese gran armada por la mar contra infieles y venecianos y otros enemigos de su nación, Cristóbal Colón determinó ir y andar con él, en cuya compañía estuvo y anduvo mucho tiempo.. Este Columbo Junior, teniendo nuevas que cuatro galeazas de venecianos eran pasadas a Flandes, esperólas a la vuelta entre Lisboa y el Cabo de san Vicente para asirse con ellas a las manos. Ellos juntados, el Columbo Junior a acometerlos y las galeazas defendiéndose y ofendiendo a su ofensor, fue tan terrible la pelea entre ellos, asidos unos con otros con sus garfios y cadenas de hierro, con fuego y con las otras armas, según la infernal costumbre de las guerras navales, que desde la mañana hasta la tarde fueron tantos los muertos, quemados y heridos de ambas partes, que apenas quedaba quien de todos ellos pudiese ambas armadas, del lugar donde se toparon, una legua mudar.

Acaeció que la nao donde Cristóbal Colón iba o llevaba quizá a cargo, y la galeaza con que estaba aferrada se encendiesen con fuego espantable ambas, sin poderse la una de la otra desviar; los que en ellas quedaban aún vivos ningún remedio tuvieron sino arrojarse a la mar; los que nadar sabían, pudieron vivir sobre el agua algo; los que no, escogieron antes padecer la muerte del agua que la del fuego, como más aflictiva y menos sufrible para la esperar. El Cristóbal Colón era muy gran nadador y pudo haber un remo que a ratos le sostenía mientras descansaba, y así anduvo hasta llegar a tierra, que estaría poco más de dos leguas de donde y adonde habían ido a parar las naos con su ciega y desatinada batalla. Desta pelea naválica y del dicho Columbo Junior hace mención el Sabélico en su Corónica, libro VIII de la 10.ª década, hoja 168, donde trata que en el tiempo de la elección de Maximiliano, hijo de Federico emperador, por rey de Romanos, fue enviado por embajador de la Señoría de Venecia Jerónimo Donato a Portugal, para que en nombre de la Señoría hiciese gracias al rey porque a los galeotes y remadores de las susodichas cuatro galeazas desbaratadas los había vestido y dado ayuda de costa para que se volviesen a sus tierras, etc. Así que llegado Cristóbal Colón a tierra, a algún lugar cercano de allí, y cobrando algunas fuerzas del tullimiento de las piernas de la mucha humedad del agua y de los trabajos que había pasado, y curado también por ventura de algunas heridas que en la batalla había recibido, fuese a Lisboa, que no estaba lejos, donde sabía que había de hallar personas de su nación; y así fue, que siendo conocido por la nación genovesa y también quizá su linaje y sus padres, mayormente viendo su autorizada persona, le ayudaron a que pusiese casa, y hecha con él compañía, comenzó a acreditarse y restaurarse.

Pasando algunos días, como él fuese de buena disposición y no menos tuviese gentil presencia, y con esto no le faltase la costumbre de buen cristiano, iba por la mayor parte a oír los divinos oficios a un monasterio que se decía de santos, donde había ciertas comendadoras (de qué Orden fuese no pude haber noticia), donde acaeció tener plática y conversación con una comendadora dellas, que se llamaba doña Felipa Moñiz, a quien no faltaba nobleza de linaje, la cual hubo finalmente con él de casarse. Esta era hija de un hidalgo que se llamaba Bartolomé Moñiz Perestrello, caballero criado del infante don Juan de Portugal, hijo del rey don Juan I de Portugal (como parece en la primera década, lib. 1, cap. 2, en la Historia de Asia, que escribió Juan de Barros en lengua portuguesa), y porque era ya muerto, pasóse a la casa de su suegra.

Andando días y viniendo días, conoció la suegra ser Cristóbal Colón inclinado a cosas de la mar y de cosmografía, porque a lo que los hombres se inclinan, noches y días querrían dello tratar, y vehementes deben ser los cuidados y urgentes las ocupaciones que del ejercicio y obra o habla de aquello los puedan del todo estorbar; así que, entendido por la suegra su inclinación, contóle cómo su marido Perestrello había sido también persona que tuvo inclinación a las cosas de la mar, y que había ido por mandado del infante don Enrique de Portugal, en compañía de otros dos caballeros, a poblar la isla del Puerto santo, que pocos días había que era descubierta, y al cabo a él solo cupo la total población della, y en ella le hizo Mercedes dicho infante. Y como entonces andaba muy hirviendo la práctica y ejercicio de los descubrimientos de la costa de Guinea y de las islas que había por el mar Océano, y esperaba el dicho Bartolomé Perestrello desde aquélla descubrir otras, como se descubrieron, según abajo en los cap. 17 y los siguientes se dirá, debía tener instrumentos y escrituras y pinturas convenientes a la navegación, las cuales dio la suegra al dicho Cristóbal Colón, con la vista y leyenda de las cuales mucho se alegró. Con éstas se cree haber sido inducida y avivada su natural inclinación a mayor frecuencia del estudio y ejercicio y leyenda de la cosmografía y astrología, y a inquirir también la práctica y experiencia de las navegaciones y caminos que por la mar hacían los portugueses la Mina del Oro y costa de Guinea, donde los portugueses, como está tocado, empleaban su tiempo y sus ocupaciones.

Y como cada día más y con mayor vehemencia de imaginación pensase, y, tomando su parte el entendimiento, considerase muchas cosas de las tierras descubiertas y las que podían descubrir, traídas a la memoria las partes del mundo y lo que decían los antiguos habitable y lo que no se podía, según ellos, morar, acordó de ver por experiencia lo que entonces del mundo por la parte de Etiopía se andaba y practicaba por la mar, y así navegó algunas veces aquel camino en compañía de los portugueses, como persona ya vecino y casi natural de Portugal, y porque algún tiempo vivió en la dicha isla del Puerto santo, donde dejó alguna hacienda y heredades su suegro Perestrello, según que me quiero acordar que me dijo su hijo don Diego Colón, primer sucesor que tuvo y segundo almirante, el año de 1519 en la ciudad de Barcelona, estando allí el rey de España don Carlos, cuando la primera vez vino de Flandes a reinar y donde le vino el decreto de su imperial elección.

Así que fuese a vivir Cristóbal Colón a la dicha isla de Puerto santo, donde engendró el dicho su primogénito heredero don Diego Colón, por ventura, por sola esta causa de querer navegar, dejar allí su mujer, y porque allí en aquella isla y en la de la Madera, que está junto, y que también se había descubierto entonces, comenzaba a haber gran concurso de navíos sobre su población y vecindad y frecuentes nuevas se tenían cada día de los descubrimientos que de nuevo se hacían. Y éste parece haber sido el modo y ocasión de la venida de Cristóbal Colón a España y el primer principio que tuvo el descubrimiento deste gran orbe.