Cubierta

Susana E. Sommer

Según pasan los años

La vejez como un momento de la vida

You must remember this 

A kiss is just a kiss, a sigh is just a sigh. 

The fundamental things apply 

As time goes by.

 

Tienes que recordar esto:

Un beso sigue siendo un beso

Un suspiro es sólo un suspiro

Las cosas esenciales tienen valor

Según pasan los años...

 

 

“As Time Goes By”

Música y letra de Herman Hupfeld

Este libro es para Alejandro

PASATIEMPO

Mario Benedetti*

 

Cuando éramos niños

los viejos tenían como treinta

un charco era un océano

la muerte lisa y llana

no existía.

 

luego cuando muchachos

los viejos eran gente de cuarenta

un estanque era un océano

la muerte solamente

una palabra.

 

ya cuando nos casamos

los ancianos estaban en los cincuenta

un lago era un océano

la muerte era la muerte

de los otros.

 

ahora veteranos

ya le dimos alcance a la verdad

el océano es por fin el océano

pero la muerte empieza a ser

la nuestra.

* Mario Benedetti (Paso de los Toros, Uruguay, 14 de septiembre de 1920 – Montevideo, Uruguay, 17 de mayo de 2009). Fue un escritor y poeta, integrante de la Generación del 45, a la que pertenecen también Idea Vilariño y Juan Carlos Onetti, entre otros.

1. Introducción

“Envejecer no es nada; lo terrible es seguir sintiéndose joven”

Oscar Wilde

 

 

Algunos calculan que en el año 2050, un quinto de la población tendrá más de 65 años. ¿Qué significa esa cantidad de personas mayores? ¿Qué simboliza el paso del tiempo? Es el envejecer, ¿una época de decadencia o de integración? ¿Con las dietas apropiadas y el correspondiente ejercicio, retardaremos el proceso? ¿La respuesta estará en la genética?

A veces adoptamos la actitud de ignorar el envejecimiento, como una suerte de cábala, para pensar que no va a ocurrir. Pero, fundamentalmente, porque nos resistimos a pensar en la pérdida de integridad corporal, en la disminución de nuestra lucidez mental, en el menoscabo de la propia independencia. Por lo general, esta perspectiva nos aterroriza. Si no nos podemos valer solos, ¿reconoceremos ese momento? ¿Qué haremos?

En Tiempos Azules1, un buen libro en el que Joan Didion habla de la vida y muerte de su hija, la autora también aborda la sempiterna cuestión del paso del tiempo y de cómo “vivió toda su vida sin creerse en serio que iba a envejecer”. “Hasta hace muy poco, –nos cuenta Didion–, no se me había ocurrido que tener setenta y cinco años se pudiera presentar como una situación significativamente alterada”. Curiosa forma de expresar el envejecimiento, una circunstancia que parece sorprender tanto como la adolescencia, lo hiciera en su momento, pero con características muy propias.

Este libro es producto de la necesidad de reflexionar sobre algunas cuestiones, a saber: ¿cómo deseamos pasar nuestros últimos años?, ¿qué podemos y debemos hacer ahora para que nuestra aspiración se cumpla?

Por lo general, hay un momento en el que empezamos a pensar en los años que pasan, y coincide cuando el almanaque nos anuncia una cierta edad. Es muy simple comprobarlo: vean quiénes conversan sobre el tema. Nos miramos en el espejo, y a veces, no nos reconocemos, ¿será porque vemos menos?, ¿porque estamos cambiados?, ¿porque el sueño de la eterna juventud nos lleva a rechazar nuestra nueva imagen?

Además de darle importancia a los aspectos más privados e íntimos de nuestro proceso de envejecimiento, pensemos en datos objetivos y comprobables sobre el tema. Las preguntas que surgen son varias. ¿Cuántos años vamos a vivir? ¿Viven los mismos años hombres y mujeres? ¿La edad de la muerte es independiente del lugar donde vivimos? ¿Viven igual número de años un maestro que un plomero? ¿La gente muere antes en Buenos Aires, en Alaska, en la China, etc.? ¿Cuáles son los cambios biológicos que se producen en el organismo en el proceso de envejecimiento que culmina con la muerte? Afortunadamente existen algunas estadísticas confiables sobre estas cuestiones. Veamos algunos datos.

El valor promedio del número de años que vive una población se denomina longevidad o esperanza de vida. Este valor, todos lo sabemos, ha ido variando a lo largo de la historia. A modo de ejemplo, tanto en la Grecia Clásica como en la Antigua Roma, la esperanza de vida era de 28 años. A principios del siglo XIX es de 30 a 40 años y llega a ser de 50 a 65 en el comienzo del siglo XX. Estos cambios se deben a las mejoras en los sistemas de agua potable, cloacas, cuidado de la salud y educación, mucho más que al progreso de la medicina, con lo cual sabemos que los promedios de longevidad en los países pobres y ricos, son muy distintos.

Podemos suponer que la mayoría de nuestros contemporáneos vivirán más años que sus padres o abuelos. Y es un desafío para cada uno de nosotros indagar cómo viviremos esa etapa, no sólo como individuos sino como sociedad. Este desafío ha sido uno de los motores impulsores del libro.

Los desafíos

Me pregunto si es factible envejecer graciosamente, con humor y con donaire; y cómo debemos enfrentarnos a nuestro temor principal: un deterioro físico y mental incapacitante. En América Latina, las evidencias indican que si bien la situación de las personas mayores es heterogénea, en general distan mucho de disfrutar de una calidad de vida acorde con sus necesidades en cuanto a ingresos, salud, autonomía e integración entre las generaciones. Las condiciones y la estructura de oportunidades que ofrecen los distintos países para vivir los últimos años de la existencia no siempre aseguran una calidad adecuada de vida.2 En rigor, como dice un estudioso del envejecimiento3, queremos vivir mientras tengamos una buena calidad de vida y logremos ir al encuentro de cada nuevo día con alegría.

Cómo es posible aceptar algunas limitaciones físicas, sin considerarnos discapacitados en las cosas que sí podemos hacer todavía. Por ejemplo, luchar contra la discriminación por edad, un prejuicio tanto o más arraigado que el machismo, el sexismo o el racismo.

Es imprescindible tener claro que por ser viejos no somos de inmediato discapacitados mentales o como niños menores, salvo que además suframos una enfermedad seria que comprometa nuestra capacidad. Al fin y al cabo, crecimos y nos educamos sin computadoras y las hemos conquistado, o al menos las usamos. En resumen, vivir tanto como podamos con buena calidad de vida y conservando la alegría de vivir.

Me importa dejar en claro en esta introducción que el tema del envejecimiento no se agota en la gente vieja, tampoco en el agudo problema de las magras jubilaciones y de la atención o falta de atención de la salud. Concuerdo con el texto de la Declaración de Madrid4, que propone enfocar al envejecimiento y a los desafíos de la edad desde un punto de vista activo, para producir sistemas sociales flexibles y robustos de beneficio para todos. Lo que está en juego es la creación de nuevas instituciones sociales, capaces de dar cuenta de los cambios y transformaciones del siglo XXI. Esto involucra acciones a nivel nacional e internacional, que se ocupen de la salud y el bienestar en la vejez, asegurándoles a las personas mayores acceso a la atención preventiva y curativa en salud, además del acceso a viviendas acogedoras en entornos adecuados. Una agenda para la vejez no puede ser reducida a temas de salud y jubilaciones, es un desafío que implica integración social, derechos y bienestar.

A nivel social, John Crowley5 señala que algunas características no son suficientemente enfatizadas en el debate público y plantean un nuevo desafío. En primer lugar, muchas sociedades están envejeciendo rápidamente, es decir la proporción de gente mayor, en especial mayores de 75 años, está creciendo mucho. En segundo lugar, hay sociedades históricamente viejas, es decir tienen una alta proporción de adultos mayores, lo cual tiene implicaciones sobre las políticas a encarar. Esto representa distintas tensiones en sistemas diseñados para una configuración social y demográfica dada que cambia a una nueva distribución y afecta no sólo los sistemas de jubilación, también crea problemas con el sistema educativo, las viviendas o la salud. Además, las mujeres viven más años que los hombres y a diferencia de los varones, cuyas esposas los cuidan, son más dependientes del cuidado de otros, sean familiares, relaciones informales u organizadas como hogares de ancianos6.

En el plano individual, el proceso de envejecimiento es una característica constitutiva de la vida humana, dotado de un significado cultural, económico, político, social e incluso estético de mayor o menor respeto, que varía en momentos y lugares distintos. Aunque se perciba ese proceso como un cambio físico –arrugas, canas, olvidos, menor vigor físico– las manifestaciones físicas varían entre las personas y están fuertemente modeladas por mitos y prejuicios.

Quiero escribir un libro que ayude a pensar una etapa a la que algunos llegamos sin darnos cuenta y sin tener idea de lo que podemos realizar y disfrutar, sabiendo que nos pasa desde la biología; a la vez de divertirnos y gozar haciendo lo que sí podemos. ¿Podremos modificar estos acontecimientos y evitar estos daños? ¿Lograremos adaptarnos a resistir los cambios ambientales o remediar las moléculas y estructuras dañadas? ¿Nos acostumbraremos a ser viejos y que no nos importe?

Para tratar de entender esta etapa de la vida y responder algunas de estas dudas decidí tratar estos temas.

En el capítulo 2 comento algunas novelas como el caso de Dorian Grey, que pretende ser siempre joven. También descubrimos múltiples ejemplos y formas de afrontar, aceptar, o desafiar la vejez en algunas películas y obras de teatro. En la actualidad, muchos actores y actrices de más de 40 años participan en filmes y piezas teatrales como artistas principales, en algunos casos en forma dramática, en otras en tono jocoso.

“Acerca de envejecer” es el título del tercer capítulo y allí hablo del paso del tiempo, no sólo en las personas sino también en plantas y animales. Advertimos que los perros viven entre 15 y 20 años, una tortuga alcanza los 180 años, mientras que una vaca llega a los 22. Es de interés cómo influyen hábitos y costumbres sobre la longevidad y explicar las causas desde un punto biológico y evolutivo.

En los capítulos 4 y 5 muestro cómo los cambios que aparecen a lo largo del tiempo se relacionan con que algunas células mueren o reducen funciones. Es así, como las células de la piel comienzan a fabricar melanina y aparecen las manchas de la edad; las células de las articulaciones dejan de fabricar cartílago o modifican la forma de hacerlo, y esto se traduce en menor movilidad. Otros cambios biológicos que ocurren con la edad afectan el pelo, el cerebro y las neuronas; además de órganos como el corazón, los pulmones, los sentidos de la vista, el oído, o el olfato; y también el sistema digestivo como el reproductor.

¿Los cambios debidos a la edad son parecidos o diferentes en hombres y mujeres? Este es el tema del capítulo 6 teniendo en cuenta que “jamás se habla de una ‘hermosa anciana’, en el mejor de los casos se la califica de ‘encantadora’. En cambio se admira ciertos ‘hombres hermosos’…no se le pide frescura, ni dulzura… el pelo blanco, las arrugas no contradicen este ideal viril”.7

Numerosas teorías sobre el envejecimiento son reseñadas en el capítulo 7, donde unas opinan que se debe a la acumulación de errores, otras responsabilizan a la activación de ciertos programas genéticos. Recurren a argumentos evolutivos la teoría pleiotrópica antagonista (Antagonist Pleiotropy) de George Williams (1957), la del soma descartable (Disposable Soma) de Tom Kirkwood (1977) y la teoría del ciclo de las células reproductoras (Reproductive- Cell Theory) de Craig Atwood y Richard Bowen (2004 y 2010). No puedo dejar de mencionar que las teorías están sujetas a nuevas interpretaciones y revisiones.

En el capítulo 8 prosigo con las polémicas referidas a la nutrición, las cuales señalan que en los mamíferos la restricción calórica ayuda a retardar el envejecimiento fisiológico y demorar la aparición de enfermedades asociadas a la edad. Una multitud de cambios a nivel molecular y celular acompañan este fenómeno complejo que es envejecer. Otros autores juzgan que cambios en las estructuras relacionadas con la herencia, en particular los cromosomas8, y su elemento constitutivo: la cromatina9 o los telómeros10, están asociados a la vejez.

Juzgo que un libro acerca de envejecer debe examinar y contener algo sobre el final de la vida. Esta cuestión que en nuestra cultura no estamos preparados a afrontar y para lo que muchas veces carecemos de un lenguaje adecuado, la abordo en el capítulo 9.

Por último, creo imprescindible incluir –de eso trata el capítulo 10–, la reflexión bioética sobre el envejecimiento. Esto implica además de la justicia en la adjudicación de recursos, y las decisiones relacionadas con el fin de la vida, otras facetas y nuevos desafíos. Siendo ineludible considerar la especificidad de la situación.

Thomas Perls11 , profesor de medicina y geriatría, considera que “cuánto más viejo uno llega a ser, más sano ha sido”. A través de estudios que se realizaron con gente centenaria en distintos lugares del mundo como Suecia, Dinamarca, Georgia o Nueva Inglaterra observa que recién en los últimos 3 a 5 años de vida aflora la discapacidad (lo cual es alentador). Coincidente con este análisis, Mikhail Blagosklonny 12 estima que el envejecimiento saludable, es decir la aparición tardía de las enfermedades, está asociado a la longevidad. Por ejemplo, los centenarios muestran un retraso en la aparición de enfermedades relacionadas con la edad, incluyendo las dolencias cardiovasculares, cáncer o Alzheimer. En suma, los que envejecen lentamente son más sanos.

1. Didion, Joan.2012. Tiempos azules, Barcelona, Mondadori.

2. CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) 2003. Las personas mayores en América Latina y el Caribe: diagnóstico sobre la situación y las políticas.

3. Kirkwood, Tom. 1999. Time of our lives. Nueva York, Oxford University Press.

4. “Madrid political declaration and international plan of action on aging”, 2002. social.un.org/ageing-working.../mipaa-en.pdf

5. Crowley, John. 2006. “Introduction to the number on Active Ageing”. International Social Science Journal, diciembre de 2006, pp. 539-543.

6. Robinson, Kristen, 2007. Trends in Health and Aging. CDC. US Dept of Health and Human Services.

7. De Beauvoir, Simone,1970. La vejez. Buenos Aires. Editorial Sudamericana.

8. Un cromosoma es una estructura organizada de ADN y proteína que se encuentra en las células y son los que llevan la información hereditaria.

9. La cromatina es el conjunto de ADN, histonas y proteínas no histónicas que se encuentra en el núcleo de las células eucariotas y que constituye el cromosoma de dichas células.

10. Los telómeros que están en los extremos de los cromosomas y que los protegen de la recombinación y la degradación.

11. Perls, Thomas, 2008. “Centenarians and Genetics”, Aging, Biotechnology and the Future.

12. Blagosklonny, Mikhail V., 2010. “Why men age faster but reproduce longer than women: mTOR and evolutionary perspectives”, Aging, mayo de 2010, vol.2 nº.5.