LA CONQUISTA DE LOS POLOSnansen, amundsen y el fram

LA CONQUISTADE LOS POLOS

nansen, amundsen y el fram

Texto de Jesús Marchamalo e ilustraciones de Agustín Comotto

LA CONQUISTA DE LOS POLOS

© Jesús Marchamalo© Ilustraciones, conceptualización gráfica y diseño:Agustín Comotto y Tono Cristòfol © De esta edición: Nórdica Libros, S. L.Avda. de la Aviación, 24, bajo P - CP: 28054 MadridTlf.: (+34) 917 055 057 - info@nordicalibros.comwww.nordicalibros.com

Primera edición: noviembre de 2018Corrección: Victoria Parra y Ana PatrónMaquetación: Tono Cristòfol

ISBN: 978-84-17281-78-6Depósito legal: M-33353-2018IBIC: RGR

Impreso en España / Printed in SpainNorprint (Barcelona)

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índice

NANSEN Y EL POLO NORTE

páginas -86

El tiempo de las exploracionespáginas -23

La conquista del polo norte

El Terror y el Erebus, la expedición de Franklin

LOS Exploradores árticos

LAS EXPLORACIONES ÁRTICAS

Un tipo con agallas

ginas -35

NANSEN, EL REY DEL POLO

A Groenlandia en esquíes

Los restos del Jeannette

El Fram

páginas -63

¡Te llamarás Fram!

La tripulación

Pieles, carbón y perros

EL FRAM POR DENTRO

LOS Nombres del hielo

LA Fauna ártica

La aventura polar

—páginas -85—

El asalto al polo

BAUTIZAR ISLAS

el mapa de la expediciónUNA FOTO PARA UN FINAL FELIZMÁS VIAJES AL POLO

amundsen Y EL POLO sur

páginas -141

9

10

24

36

64

87

Amundsen

—páginas -91

amundsen, el hombre de hielo

El Gjøa y el Paso del Noroeste

Y mientras tanto en el sur...

—páginas -97

Robert Falcon Scott

ErnEst Shackleton

El inicio de la competición

—páginas -113—

¡Tendrás el Fram!

el polo sur

LA fauna antártica

Empieza la aventura

el framheim

anoraks y trineos

equipaje

El polo

—páginas -141

una salida en falso

la tripulación

La muerte de Scott

EL mapa DE La expedición

la llegada de los héroes

EL FIN DE LAS EXPEDICIONES ROMÁNTICAS

—páginas -147

UNA TUMBA BAJO UN ABEDUL

BIBLIOGRAFÍA

—página

SOBRE LOS AUTORES

—página

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A principios del siglo xix más allá de un vago trazado de la costa occidental de Groenlandia, el Polo Norte seguía siendo un lugar inex-plorado, inaccesible, despoblado y lleno de peligros.

En el invierno ártico, los barcos quedaban bloqueados por el hielo y la presión con frecuencia los destruía.

El escorbuto hacía mella en las tripulaciones que debían pasar largos periodos alimentándose de comida enlatada. Brazos y pier-nas se hinchaban, se contraían los tendones, sangraban las encías y, finalmente, sobrevenía una debilidad extrema, desorientación y la muerte.

El frío intenso, de hasta 60º bajo cero en invierno, causaba hipo-termia y deshidratación. Se congelaban el sudor, el pelo y la barba, y el roce de la ropa, acartonada por el hielo, provocaba heridas y laceraciones.

La refracción de la luz quemaba los ojos, la nieve, áspera como la arena, provocaba heridas en la piel, agrietaba los labios, y era común tener que amputar los dedos de los pies o de las manos por el efecto de la congelación.

Y la larga noche polar, en la que durante meses no se atisba el sol, causaba abatimiento y depresión.

Así, avanzar por el hielo —grietas, picos y crestas escarpadas—, a menudo arrastrando botes o trineos, se convertía en una hazaña monumental, penosa y, a veces, inútil: los pocos kilómetros que se ganaban en dirección norte, se perdían después debido al movimiento del hielo, empujado por el viento y las corrientes hacia el sur.

Sin embargo, en el siglo xix se habían mejorado las condiciones de higiene en los barcos y el escorbuto se combatía —no siempre con éxi-to— con zumo de cítricos, que aportaban al organismo vitamina C.

Se construyeron nuevos buques, más pequeños y robustos, y con menor calado, y se registraron importantes avances en la navegación: sextantes, cronómetros, almanaques náuticos que permitían orientarse en aquel lugar inhóspito, blanco azulado.

Finalmente, las sociedades geográficas despertaron el gusto por los

POLO NORTE MAGNÉTICO

El polo norte magnético no coincide con el geográfico. De hecho, se mueve a una velocidad de, aproximadamente, 40 kilómetros anua-les. Las brújulas en esa zona giran sin control e, incluso, pueden llegar a apuntar al sur, lo que obligaba a los barcos a orientarse mediante navegación astronómica.

El 19 de mayo de 1845, el Erebus y el Terror levaron anclas en la desembocadura del Támesis en busca del paso del Noroeste.

El Terror y el Erebus, la expedición de Franklin

El tiempo de las exploraciones

Eran dos naves especialmente acondicionadas para la exploración polar, dotadas de potentes motores de vapor, camarotes con calefac-ción, una depuradora de agua, así como víveres y suministros para más de tres años.

En 1846 quedaron atrapados en el hielo cerca de la isla del Rey Guillermo y después desaparecieron sin dejar rastro.

En 1848, el Almirantazgo, presionado por una opinión pública de-seosa de conocer el destino de la expedición, decidió enviar al Ártico una serie de misiones de rescate. Una de ellas recogió el testimonio de un grupo de inuits que declararon haber visto a treinta o cuarenta hombres blancos que arrastraban, medio muertos, un bote sobre el hielo por la isla del Rey Guillermo: tenían las bocas duras, secas y negras, contaron, y se habían convertido en caníbales; uno de ellos, añadieron como deta-lle escabroso, llevaba en la caña de las botas un fémur humano.

La mujer de Franklin, lady Jane, también viajera y exploradora, no quiso creerlo e inició una campaña para enviar ella misma una expedición de búsqueda, que apoyó con entusiasmo Charles Dickens.

Tiempo después se encontró en la isla un montículo de piedras con un cilindro en su interior en el que se narraba el dramático destino de la expedición: Franklin había muerto en junio de 1847 y sus hombres ha-bían decidido abandonar los barcos y dirigirse hacia el sur arrastrando algunos de los botes salvavidas, a los que habían añadido unos pesados armazones de madera que les permitían deslizarse sobre el hielo.

En el extremo occidental de la isla apareció uno de estos botes vol-cados, en su interior dos esqueletos y decenas de cajas de pertrechos que los marineros dejaron abandonados: botas, pañuelos de seda, ja-bón, libros, esponjas y una pesada cubertería.

También se encontraron algunos restos que mostraban, efectiva-mente, huellas de canibalismo: huesos a los que se había extraído el tuétano, o con huellas de cortes de cuchillo.

En los cuerpos de tres marineros enterrados en la isla de Beechey, y conservados en el permafrost (la capa de tierra helada bajo la su-perficie), se descubrieron altas concentraciones de plomo: al parecer las latas de conservas, selladas con ese metal, provocaron un envene-namiento masivo: anemia, desorientación, irritabilidad y comporta-mientos psicóticos.

APARECEN LOS BARCOS

En 2016, expertos de la Arctic Research Foundation, una organiza-ción canadiense sin ánimo de lucro, localizaron los restos del Terror. Yacen a 24 metros de profundidad, y se encuentran en un relativo buen estado.

Dos años antes, en 2014, se localizaron los del Erebus. Ninguno de los barcos estaba donde se suponía que debía estar y se plantea la posibilidad de que algunos hombres pudieran haber vuelto a ellos para intentar salvarse.

LAS EXPLORACIONES ÁRTICAS

rusia

ALASKA(EE. UU.)

CANADÁ

GROENLANDIA

NORUEGA

SUECIA

ISLANDIA

INGLATERRA

polonorte

Estrecho de Bering

Mar de Groenlandia

Tierra deFrancisco José

Bahía deBaffin

Isla deBaffin

Isla deEllesmere

Isla deDevon

Paso delNoroeste

Isla del Príncipede Gales

Isla Cornwallis

Svalbard

FRANCIS HALL(POLARIS)

1871

ADOLPHUS GREELY(PROTEUS)

1882

WILLIAM FRANKLIN(TERROR Y EREBUS)

1845

GEORGE NARES(CHALLENGER, 1872,

Discovery y Alert, 1875)

EDWARD INGLEFIELD(ISABEL)

1852

ADOLF NORDENSKIÖLD(VEGA)

Expedición Paso del Oeste1878

GEORGE WASHINGTON DE LONG(JEANNETTE)

1879

Muerte de

Muerte de

Naufragio del

Muerte de

ADOLF NORDENSKIÖLD1883

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