Hipólito era un niño. Eso lo porque no medía un metro ochenta de estatura, porque tenía voz de niño y porque iba a clase con otros niños. Lo que más le gustaba a Hipólito era dibujar rinocerontes, mirar las estrellas tumbado en el tejado y silbar canciones que no había oído en ningún sitio. Lo que menos le gustaba a Hipólito era tener que hacer siempre lo que le decían sus padres, lo que le decían sus profesores y lo que decían sus amigos. Por eso el día que vio actuar a El Gran Conrad todo cambió en su vida. Bueno, “todo” no cambió. Sus manos, sus ojos y la Luna seguían en su sitio.

Pero… ¿Quién era El Gran Conrad?