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ÍNDICE

PROEMIO

PRÓLOGO

NOTAS

¿Cómo leer un código QR?

INTRODUCCIÓN

1. SEGURIDAD NACIONAL

Evolución del concepto de seguridad nacional; Seguridad ampliada y multidimensional; Seguridad nacional y cambio climático

2. SUSTENTABILIDAD, CAMBIO CLIMÁTICO Y
TRANSICIÓN ENERGÉTICA EN MÉXICO Y EL MUNDO

Sustentabilidad y sostenibilidad; Sustentabilidad general y ecológica; La reforma energética y su impacto en políticas públicas

3. EL PROBLEMA DE LOS INDICADORES:
EVALUACIÓN DEL RIESGO AMBIENTAL

Antecedentes del cambio climático; Comparación entre indicadores internacionales y nacionales; Compromisos emanados de las conferencias de las partes; Trump dixit; Las órdenes ejecutivas y su impacto en la industria

4. CAMBIO CLIMÁTICO Y SEGURIDAD NACIONAL:
UN NUEVO DESAFÍO

Los estudios estratégicos como base de vinculación entre cambio climático y seguridad nacional; Integración regional: impacto de la vinculación de México con Estados Unidos y Canadá; Situación internacional; Desastres antropomórficos de carácter natural, tecnológicos y consecuencias para México

5. MITIGACIÓN Y SOLUCIÓN: AVANCES MUNDIALES
Y UNA PROPUESTA TECNOLÓGICA MEXICANA

Antecedentes documentados; Absorción y confinamiento contra absorción y transformación rentable; Subproductos y comercialización

6. CAMBIO CLIMÁTICO: PROSPECTIVA,
ESCENARIOS Y ESTRATEGIAS

Prospectiva; Tendencias globales. la paradoja del progreso; Futurible del cambio climático para México: una propuesta

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

ANEXOS

Anexo 1. Cuadro de definiciones; Anexo 2; Anexo 3. Externos complementarios en formato QR

BIBLIOGRAFÍA

Periódicos

ambiente
y
democracia

CAMBIO CLIMÁTICO
Y SEGURIDAD NACIONAL

Prospectiva, escenarios y estrategias

por

TOMÁS MIKLOS

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siglo xxi editores, méxico
CERRO DEL AGUA 248, ROMERO DE TERREROS, 04310 MÉXICO, DF
www.sigloxxieditores.com.mx

siglo xxi editores, argentina
GUATEMALA 4824, C1425BUP, BUENOS AIRES, ARGENTINA
www.sigloxxieditores.com.ar

anthropos editorial
LEPANT 241-243, 08013 BARCELONA, ESPAÑA
www.anthropos-editorial.com

GE190.2M49

M54

2018        Miklos, Tomás

Cambio climático y seguridad nacional : prospectiva, escenarios y estrategias / por Tomás Miklos. — Ciudad de México, Siglo XXI Editores, 2018.

198 p. – (Ambiente y democracia)

ISBN 978-607-03-0991-5

1. Cambios climáticos – Aspectos políticos – México. 2. Mitigación del cambio climático. 3. Cambios climáticos – Administración de riesgos. 4. Cambios climáticos – Administración de riesgos – México. I. t. II. ser

primera edición, 2018

© siglo xxi editores, s.a. de c.v.
e- isbn 978-607-03-0991-5

Dedico este importante escrito a mi esposa Monique,
a mis hijos David y Vanessa y a mis nietos
Anna, Mateo, Sofía y Nicolás.

“El conocimiento es muy importante,
pero la imaginación lo es más aún.”

ALBERT EINSTEIN

“Llevarlo a cabo, trascender en beneficio
de la humanidad, es más importante aún”

TOMÁS MIKLOS

PROEMIO

En este libro pretendemos darle sentido y significado a la información sobre cambio climático con la que contamos, con el objeto de hacerla visible y sensible, y llevar a la sociedad y a sus tomadores de decisiones a generar acciones oportunas que fortalezcan la seguridad de los habitantes de este planeta y, muy particularmente, de México.

***

En diversos planteamientos del nuevo gobierno, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, se enfatiza la importancia del medio ambiente en los proyectos prioritarios para iniciar la acción transformadora a partir de su toma de posesión como presidente de la República.

Ante todo se cuidará el medio ambiente; se producirá petróleo y gas para enfrentar la crisis energética; se modernizarán las refinerías; se construirá la nueva refinería de Dos Bocas, en Tabasco, y se rescatará el sector eléctrico.

La fuerza y la inercia con la que arranca la nueva administración provienen de los 32 millones de votos logrados y de la confianza del pueblo mexicano en la determinación de definir un destino nacional congruente con una transformación profunda. Ésta incluye cuidar el medio ambiente y garantizar la seguridad nacional; acciones de protección de la biodiversidad ecológica; cambio climático; restauración ecológica e impulso de prácticas agroecológicas que no dañen la naturaleza y el medio ambiente.

A partir del 1 de diciembre de 2018 México inicia una nueva etapa en lo que se refiere a las políticas públicas ambientales y de seguridad integral. De ahí que resulte fundamental identificar y atender los factores exógenos y endógenos que son determinantes para el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2024.

Entre otros muchos factores, la información actualizada sobre el cambio climático resulta clave para que el Estado mexicano logre integrar una estrategia que combine acciones propias, regionales y multilaterales, a efecto de ubicarlas en torno al Acuerdo de París y a la seguridad y bienestar de sus habitantes. Habrá que confrontar nuevas y viejas presiones, tanto internas como externas; así como considerar realizar acciones por diversas instancias de medio ambiente, ecología, pesca, agricultura y ganadería, energía, economía, fuerzas armadas, fiscalía general, instancias de bienestar social, trabajo y previsión social, petróleos mexicanos, sector minero, asuntos hidráulicos, electricidad, educación, investigación, participación de la sociedad, sector privado y organismos internacionales y no gubernamentales, etcétera. De buena parte de ello se ocupa este libro.

PRÓLOGO

Desde que tengo uso de razón y memoria tuve curiosidad e interés en las relaciones complejas y en el entorno ecológico. Seguramente por ello me inmiscuí tanto en las matemáticas como en la química, la ingeniería, el psicoanálisis y la historia. Muchos años después tuve la doble oportunidad de desarrollar estudios de prospectiva y de sustentabilidad, siempre preocupado por el futuro de la humanidad, del país y del planeta que habitamos: De ahí mi incursión proactiva en materia de cambio climático y en la búsqueda de conocimientos y soluciones para prevenir sus efectos catastróficos.

El cambio climático representa uno de los más claros, contundentes y trascendentales asuntos de los tiempos posnormales (TPN), mucho más allá de la simple complejidad y amenaza potencial para nuestra sustentabilidad en el planeta y la del planeta mismo. De ahí la importancia y la urgencia de comprenderlo con la mayor actualización, acuciosidad y prospectiva posibles, así como de intervenir proactiva, estratégica y oportunamente sobre éste.

De acuerdo con sus autores,1 los “tiempos posnormales” describen la dinámica de nuestra era (zeitgeist) y se refieren a las particularidades “únicas” de nuestro momento histórico, momento que debe ser entendido al interior de su contexto espacial.

En este sentido, el mundo que conocemos confronta hoy en día una pesada carga de ortodoxias desvanecientes: modernidad, posmodernidad, liberalismo, neoliberalismo, estructuras jerarquizadas de la sociedad, instituciones, organizaciones, globalidad, universalización, autoritarismo y política vertical o multirreferencial, y todo aquello que parece definir y marcar los “tiempos modernos”.

Sin embargo, a pesar de que creemos que todo ello está desapareciendo, sus fuerzas continúan ejerciendo un poder en muchos lugares y lo harán durante años y décadas por venir.

Los TPN son descriptores de la naturaleza vertiginosa e intensamente cambiante de nuestro mundo. Invitan a visualizar y comprender al mundo tanto por lo que ha devenido como por lo diferente que pudiera llegar a ser. No se trata de un simple “pos-” que califica una situación (como posindustrial, posrevolucionario, posideológico, posliberal o posmoderno), para fines de analizarla y deconstruirla, sino de una posibilidad de generar un diagnóstico o un pronóstico.

En lo que conocemos como “tiempos normales” o “normalidad” predomina una cierta confianza en hechos, datos y valores, por lo que consideramos posible tomar decisiones adecuadas. En cambio, en los TPN prevalece una sensación perseverante de urgencia; el futuro se percibe como un tren descarrilado que se precipita hacia lo desconocido.

Los TPN pueden ser representados como un todo holístico que contiene un conjunto de componentes interdependientes, interactuantes e interrelacionados. Cuando hablamos de TPN, enfatizamos cómo algunos sistemas específicos se desmoronan o desquebrajan hacia la posnormalidad. En muchos casos, en muchos lugares y para mucha gente, las cosas parecen mantenerse dentro de la normalidad, dentro de la tradición, pero sabemos que tal situación es más aparente que real. Escarbando más allá y empleando nuestra capacidad perceptiva, podemos descubrir que las fuerzas de los TPN operan transformando el presente y desencadenando vías de acceso hacia futuros inciertos. Nuestra función, entonces, será tomar en cuenta el presente y configurar los futuros posibles. Sólo así será posible construir el mejor de los futuros posibles (“futurible”) y establecer el mejor de los caminos posibles. Es a ello a lo que acostumbramos denominar “planeación prospectiva y estratégica”.

Ahora bien, en el corazón de la teoría de los TPN se encuentran las “3C”: complejidad, caos y contradicciones. La complejidad es la característica particular de ciertos sistemas que los distingue de otros que son simples o más complicados. En los sistemas simples las cosas tienden a ser deterministas y mantienen una clara relación causal (causa-efecto). Un sistema complicado puede requerir un mayor número de variables para ser controlado o manipulado. Los sistemas complejos presentan una fenomenología totalmente diferente. Se caracterizan por un gran número de factores, partes o variables que interactúan entre sí de muchas maneras distintas. Esta característica es la que los hace más difíciles de conceptualizar, comprender y utilizar.

Los sistemas complejos conllevan un gran número de incertidumbres no necesariamente riesgosas y tienen una multitud de perspectivas legítimas. Incluso, cuando un sistema complejo está conformado por redes en las que varios de sus componentes están conectados e interactúan, puede generarse retroalimentación positiva: un mecanismo de “bucle” que amplifica fuertemente los elementos componentes.

Los sistemas complejos con redes están saturados de incertidumbres, múltiples perspectivas e inclinados a comportamientos turbulentos que pueden devenir caóticos.

El caos es la segunda fuerza y obedece totalmente a la teoría del caos; de ninguna manera es simple aleatoriedad. El caos es el resultado de la interacción desordenada de un gran número de variables independientes en un complejo sistema de redes. Pequeñas perturbaciones en el sistema pueden generar consecuencias mayores (como es el caso el “efecto mariposa”). Tales sistemas tienen la capacidad de generar un equilibrio entre orden y caos. A este punto de equilibrio se le denomina “al filo del caos” y se presenta cuando el sistema se mantiene en una clase de animación suspendida entre estabilidad y la total disolución en turbulencia. En el filo del caos los sistemas complejos pueden sea colapsar o autoorganizarse hacia un nuevo orden. La potencialidad de los sistemas de moverse hacia su colapso o su transformación dependerá del grado y de la severidad de las contradicciones.

Las contradicciones son la tercera fuerza impulsora del TPN. Un sistema complejo contiene múltiples posiciones que son lógicamente inconsistentes, más aún cuando éste se encuentra ya al filo del caos. Así, las contradicciones, que representan realmente puntos de vista y perspectivas irreconciliables, no pueden ser resueltas, sólo pueden ser trascendidas. En otras palabras, las contradicciones tienen que sintetizarse y reformularse en una nueva posición o postura que incorpore la mayor parte de las diversas posiciones diferentes. Las contradicciones pueden proporcionar los primeros signos de que un sistema puede estar moviéndose hacia la complejidad, el caos y, finalmente, en posnormalidad.

Así, cuando se conjugan la complejidad, el caos y las contradicciones, emergen los tiempos posnormales (TPN), materia de nuestro estudio.

Es un hecho que nuestro planeta es un ente vivo, que cambia, que evoluciona, que se transforma o que se deteriora permanentemente. Por ello, el clima mundial evoluciona, cambia continuamente y esto es, en buena parte, consecuencia o derivación de la acción del hombre, de la humanidad en su conjunto. Las condiciones meteorológicas, ambientales y ecológicas del siglo XXI no son iguales a las del siglo anterior, ni mucho menos a las de otros tiempos. Tampoco lo serán en el futuro; lo único seguro del futuro es que será diferente al presente y al pasado. Es más, en vista tanto de la inercia como de la resiliencia del sistema holístico del desarrollo humano (tierra-océano-atmósfera-biósfera), al menos una parte del cambio climático futuro será inevitable, pero otra parte, posiblemente no.

Ahora bien, como asertivamente advierte Sylvan Mondon,2 el asunto ya no consiste en saber si la sociedad puede paliarlo, si debe adaptarse o si está condenada a sucumbir y perecer; el verdadero reto consiste en qué hacer y cómo lograrlo para poder enfrentar mejor una amenaza. La innovación, la anticipación y la prospectiva devienen estratégicamente indispensables para reconceptualizar el fenómeno, para proponer nuevos paradigmas e ingeniosos trayectos de acción.

Desafortunadamente, México se ha visto recientemente sorprendido por una actitud devastadoramente amenazante, por parte del nuevo Ejecutivo de la Casa Blanca de Estados Unidos, en materia migratoria, fiscal, financiera y comercial, situación para la que nuestro país no estaba preparado y ni siquiera había imaginado.

Lo anterior ha quedado de manifiesto en al menos cuatro temas torales:

a] La extensión del concepto tradicional de seguridad nacional para incorporarlo a la seguridad multidimensional o multirreferencial, a modo de considerar problemas y amenazas derivados coyuntural o potencialmente del cambio climático; del crecimiento y la migración demográficos; del desarrollo científico, tecnológico e informático; de la exclusión y la pobreza extremas; de la violencia y las violaciones a los derechos humanos; de la explotación irracional de la minería, del petróleo, del gas y de los productos básicos para el desarrollo humano y hasta de la concentración desproporcionada de la riqueza y la comercialización indeseada de drogas, armas y productos o derivados estratégicos.
b] La modificación del Acuerdo Transpacífico (TPP) que había sido apoyado por México, determinación que impone a nuestro país una disyuntiva: continuar las negociaciones con los otros países sin tomar en consideración el efecto de que Estados Unidos ya no participe o establecer contactos bilaterales y multilaterales para limitar y minimizar los esfuerzos de integración del TPP.
c] La salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, Francia, relegando los compromisos de cambio climático y dejando a nuestro país en una posición comprometida, ya que México declaró que continuará con los términos del Acuerdo. En consecuencia, enfrentaremos un futuro complejo, ya que nuestro principal socio comercial es signatario de convenios de colaboración entre Canadá, Estados Unidos y México en materia de preservación del medio ambiente. Los programas bilaterales tendrán que ser revisados, lo cual genera incertidumbre.
d] Las declaraciones del presidente estadunidense en la Cumbre de Hamburgo, Alemania (G-20) realizadas los días 7 y 8 de julio de 2017, en las que se planteó que la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) se lleve a cabo mediante una profundización que implicaría renegociar “todo” o Estados Unidos abandonaría dicho tratado. Es decir, que México estará bajo presión al incluir temas en los que Estados Unidos tomaría ventaja estratégica hacia el futuro, puesto que los términos de referencia favorecen a Estados Unidos (defender los empleos americanos), mientras que México no ha logrado plantear aún sus objetivos a defender.

Para mayor detalle de esta nueva situación, remito al lector al capítulo 3, en el apartado “Trump dixit”. A ello es necesario agregar, como claridosamente nos recuerda Arturo Aguirre, “en México reina el desacierto” (nos encontramos dolorosamente pasmados): miseria, marginación, delincuencia (organizada y no), corrupción e impunidad “son sólo aristas de una sociedad que, en su poligonía, da muestras de la desorientación y de la descomposición que padece”.3

Así, como comentara el coordinador del Grupo Parlamentario de Movimiento Ciudadano, Clemente Castañeda Hoeflich, durante los últimos años México ha avanzado en la confección de un andamiaje normativo e institucional para proteger la naturaleza y mitigar los efectos del cambio climático. Hemos sido testigos de innumerables reformas, incluidas constitucionales, y de la construcción de nuevas instituciones dedicadas al tema.

Sin embargo, la deuda de México en materia medioambiental es inmensa por una razón sencilla: la agenda verde en México lleva años secuestrada por un pacto político que ha servido a intereses particulares y a transacciones partidistas. No es ningún secreto que el PRI decidió ceder esta agenda de gobierno al Partido Verde, a cambio de sus votos y su lealtad.

El problema es que este acuerdo político ha hecho de la agenda verde nacional el negocio de una camarilla, mientras el país sigue perdiendo oportunidades en la materia y, en muchas ocasiones, retrocediendo el camino avanzado.

El anuncio de Donald Trump de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París debe servir para reflexionar y atender el problema que tenemos en casa: “En relación con la energía y el clima, los dirigentes han tomado nota de que Estados Unidos se retira del Acuerdo de París. Los dirigentes de los demás miembros del G-20 han declarado que el Acuerdo de París es irreversible y han ratificado el plan de acción de Hamburgo del G-20 en materia de clima y energía para el crecimiento”.4 Si aceptamos que la decisión es un acto de irresponsabilidad política, en México tenemos que reconocer que internamente debemos poner orden en nuestra agenda medioambiental para confrontar las amenazas que esta decisión conlleva, porque la salida de Estados Unidos de América del Acuerdo de París llama a México a asumir el liderazgo regional en el esfuerzo de diseñar políticas públicas y acciones para mitigar los efectos del calentamiento global. El problema es que este liderazgo regional será una quimera mientras nuestra propia agenda verde siga sometida a los intereses de un pacto político.

Como declaraba hace poco a The New York Times Luke Kemp, científico australiano experto en cambio climático, la salida de Estados Unidos brinda la oportunidad para que los países verdaderamente comprometidos con esta agenda tomen decisiones más contundentes y menos simbólicas que ayuden a enfrentar el calentamiento global y el cambio climático. La pregunta es si México está dispuesto y preparado para aprovechar esta oportunidad.

Mientras la agenda verde nacional siga siendo parte de un intercambio de intereses partidistas, la respuesta será negativa, porque este acuerdo político ha dado paso a ecocidios como el de Tajamar en Quintana Roo, al abandono de la política pública de conservación de Áreas Naturales Protegidas, a la negligencia en los programas de implementación de energías renovables y al desdén en las políticas de protección de nuestros ecosistemas.

Ésta es una más de las oportunidades históricas que se le presentan al Poder Ejecutivo Federal en este sexenio, una oportunidad más para emprender cambios estructurales que modifiquen el rumbo de nuestras instituciones. Lamentablemente, este gobierno nos ha demostrado capacidad para dilapidar las oportunidades, por ejemplo: una auténtica Reforma Educativa, el desmantelamiento de las redes de corrupción y detener la impunidad en violaciones a los derechos humanos, entre tantas otras.

El desafío de implementar el Acuerdo de París y asumir un liderazgo regional en la materia pasa por la ruta de reencauzar la política ambiental mexicana, lo que significa desmantelar la red de complicidad e intereses que la tienen secuestrada. Así que, además de lamentar la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, primero hagamos lo que nos toca en casa.

Todo ello compone y manifiesta la grave ausencia y evidente necesidad de fortalecer acciones e instancias de anticipación, de planeación prospectiva basada en escenarios, liderazgo y compromiso actuante. A ello pretende contribuir esta publicación.

Sin duda, la problemática tratada en este libro es extremadamente compleja y sus consecuencias de largo plazo son dramáticamente amenazantes para el futuro, la supervivencia y la sustentabilidad de la humanidad en este planeta, pero también de las posibilidades de acción y movilización proactivas para evitarlo y conquistar el mejor de los futuros posibles. De ahí la importancia de emplear la filosofía y la instrumentación de naturaleza prospectiva y estratégica para la toma asertiva de decisiones y el cumplimiento de los compromisos inherentes. Se entiende que el pensamiento prospectivo es una capacidad anticipatoria que se basa en el deseo y las expectativas de la gran diversidad de actores sociales, las personas, los grupos, las organizaciones y las sociedades. La prospectiva es una mixtura entre los juicios de valor que provienen del deseo y los juicios de probabilidad y posibilidad que se encuentran en las expectativas de los que interpretan el devenir social.

La prospectiva es una herramienta heurística-comprehensiva en la que, como dice Jouvenel, “la razón filtra los sueños”. Su objeto de estudio es el futuro, una entidad plástica, lábil, vaga, imprecisa o borrosa que, como lo ha señalado la fenomenología, se construye a partir de actos narrativos que se convierten en relatos (escenarios). Éstos van desde lo peor que puede suceder (la catástrofe) hasta lo mejor que puede ocurrir (la utopía); permite ubicar lo que probablemente sucederá si las cosas no cambian (la tendencia) y lo que sería deseable-posible que ocurriera (futurible). La prospectiva es una reinterpretación del pasado desde el presente y hacia el porvenir. Heidegger le llamó pre-cursar.5

Fueron mis maestros y guías: Al Gore, Fernando Solana, Emilio Rosenblueth, Víctor Urquidi, Carlos de Sena, Jesús Romero Flores, Michel Godet, Hugues de Jouvenel, Jacques Lacan, Jacques-Alain Miller, Pedro Ramírez Vázquez, Eric Fromm, Néstor Braunstein, Michael Marlen, Richard Slaughter, Jim Datos, Mahdi Elmandjra, Ervin Laszlo, Hazel Henderson, Yehezket Dror y, más recientemente, Jiang Mingjun, distinguido funcionario chino de la Organización de las Naciones Unidas, específicamente promotor internacional del concepto de “seguridad ecológica” y muchos más. A todos ellos les estaré agradecido eternamente.

Aprovecho para reconocer también las múltiples y ricas aportaciones de mis colegas Margarita Arroyo, Víctor Manuel Mayoral y Juan Carlos Palafox.

Especial mención y agradecimiento merecen Jorge Adolfo Machorro Espinosa, por sus aportaciones directas a esta obra, y José de Jesús López Romero por el desarrollo de la plataforma tecnológica.

Agradezco asimismo la invaluable colaboración de Irma Sierra y de mi propia esposa, Monique Landesmann, sin cuya colaboración esta obra difícilmente habría sido posible.

La mayor parte del material fuente que integra esta obra proviene de México y de Francia, Inglaterra, China, Canadá y Estados Unidos, lugares en los que surgen publicaciones en idiomas locales y que posteriormente se traducen al español. La información ha sido actualizada hasta el mes de julio del año 2017. La contenida en los códigos QR habrá de actualizarse sistemáticamente.

En total se utilizaron más de 200 documentos entre libros, artículos, revistas, folletos y notas de medios de comunicación; se realizaron aproximadamente 300 ingresos de consulta a blogs, portales especializados y accesos digitales conforme a una metodología de recuperación de fuentes abiertas (OSINT), con lo que se alcanzó un proceso moderno de consulta y referencia. Como consecuencia es posible acceder electrónicamente a las fuentes con sólo hacer clic en cada documento citado. Otra ventaja digital radica en el uso de códigos QR para ingresar a los anexos y a la información digital complementaria citada y referida en el texto de este libro, con lo cual se aprovechan las nuevas tecnologías de información y comunicación con el propósito tanto de reducir el tamaño del texto impreso como su huella ecológica.

En este sentido se considera que la información, la bibliografía actualizada citada y la referida mediante códigos QR actualizables podrían ser de lo más valioso del libro.

Tomás Miklos

 

1 Ziauddin Sardar, “Welcome to postnormal times”, Futures, núm. 42, 2010, pp. 435–444. Disponible en <www.rebelnet.gr/files/Welcome_to_postnormal_times.pdf>,consultado en marzo de 2018.

2 Sylvan Mondon, “Développment durable et innovation. Le changement climatique comme levier d’innovation sociale”, Prospective et Stratégie, núm. 7, 2016.

3 Arturo Aguirre, Nuestro espacio doliente. Reiteraciones para pensar en el México Contemporáneo, México, Alianza, 2016.

4 Consejo Europeo, Cumbre del G-20 en Hamburgo (Alemania), realizada los días 7 y 8 de julio de 2017. Disponible en <www.consilium.europa.eu/es/meetings/international-summit/2017/07/07-08/>, consultado en marzo de 2018.

5 Tomás Miklos y Margarita Arroyo (coords.), El futuro a debate. Respuestas prospectivas y estratégicas ante la incertidumbre global, México, Limusa, Instituto Nacional de Administración Pública (INAP), Instituto Nacional de Asesoría Especializada (INAE), Gobierno del Estado de México, 2015.

NOTAS

La obra Cambio climático y seguridad nacional tiene tres características de modernidad editorial:

a] Permite la consulta directa a documentos citados, mediante hipervínculos.
b] Tiene una página de internet para complementar la lectura digital: <https://jjlr72.wixsite.com/drtomasmiklos>
c] Permite acceder a información complementaria (textos, fotografías, diagramas y videos, mediante códigos QR).

Los códigos QR que se integran a esta obra son una forma moderna de códigos de barras bidimensionales. Al utilizarlos se debe tener en cuenta que, a diferencia de un código de barras convencional, la información está codificada dentro de un cuadrado, lo que permite almacenar información alfanumérica.

Dichos códigos son fácilmente identificables por su forma y por los tres cuadros ubicados en las esquinas superiores e inferior izquierda: <www.codigos-qr.com>

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¿CÓMO LEER UN CÓDIGO QR?

La herramienta que permite leer los códigos QR desde un teléfono móvil o dispositivo se realiza mediante lectores QR gratuitos para la mayoría de marcas (iPhone, Samsung, Nokia, BlackBerry, LG, Zonda, etcétera).

Es conveniente que el lector descargue la app apropiada para su terminal o sistema operativo que le permitirá acceder a la información de cada código QR.

Si no dispone de un smartphone con la aplicación para la lectura de los QR, su contenido está disponible en el sitio web: <https://jjlr72.wixsite.com/drtomasmiklos>.

INTRODUCCIÓN

El cambio climático representa la variación en el clima atribuible directa o indirectamente a la actividad humana, que altera la composición de la atmósfera global y se suma a la variabilidad natural del clima, observado en periodos comparables.

La principal causa del cambio climático es el efecto invernadero provocado por algunos gases propios de nuestra atmósfera, por lo que es un fenómeno que ocurre de manera natural e indispensable para mantener una temperatura superior al punto de congelación. Sin embargo, las cantidades de dichos gases, han superado con mucho las que debieran existir en forma natural. El origen de estos gases en cantidades adicionales es principalmente la actividad humana.

Ya no cabe la menor duda: el dramático crecimiento del cambio climático en el mundo está directamente causado por las actividades antropogénicas de nosotros, los seres humanos, vinculadas con las emisiones de gases de efecto invernadero. Cabe citar algunos hechos fundamentales:

La concentración media mundial de dióxido de carbono en la superficie de la Tierra, en 2017, fue de 405 partes por millón (ppm), es decir, 2.2 ppm más que las registradas en 2016.

La cantidad de gases de efecto invernadero liberados en la atmósfera de la Tierra, durante 2017, alcanzó máximos históricos.

El estudio indica que esta concentración de gases fue la más alta en los registros modernos de medición atmosférica.

La tasa de crecimiento global de CO2 se ha “casi cuadruplicado desde principios de la década de 1960” y, aunque 2016 fue el año más caluroso en los tiempos modernos, 2017 no se quedó atrás con “condiciones mucho más cálidas que la media” en la mayor parte del mundo.

Así, de acuerdo con el informe, España, Argentina, Uruguay y Bulgaria experimentaron temperaturas récord anuales, mientras que México “batió su récord anual por cuarto año consecutivo”.

En España se registró, además, “la primavera más cálida” y 2017 fue el segundo año más seco desde 1965, lo que provocó una temporada de incendios “inusualmente larga”, principalmente en el noroeste.

El Informe Anual del Estado del Clima, elaborado por más de 450 científicos de más de 60 países en coordinación con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, en inglés), describe el empeoramiento de las condiciones climáticas en todo el mundo en 2017, cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se retiró del acuerdo sobre el clima de París.

Estados Unidos es el segundo mayor contaminante del mundo después de China, pero se ha retirado de sus compromisos medioambientales durante el gobierno de Trump, quien ha llegado a manifestar que el cambio climático es “un cuento chino”.

En general, en el mundo “los diez años más cálidos registrados han ocurrido desde 1998, y los cuatro años más cálidos desde 2014”, alerta el texto.

Los datos que arroja el estudio sobre la situación del Ártico no son tampoco alentadores: un calor sin precedentes envolvió el Ártico, ya que la temperatura de la superficie terrestre durante 2017 fue 1.6 grados centígrados superior al promedio registrado entre 1981 y 2010.

Las temperaturas árticas fueron las segundas más altas después de 2016; estos registros comenzaron en 1900.

En marzo, la extensión del hielo marino alcanzó su cifra más baja en el registro de satélites desde hace 37 años y los glaciares de todo el mundo se redujeron por trigésimo octavo año consecutivo.

Hasta hace poco tiempo parecía que existía un consenso global en cuanto a los Acuerdos de París, Francia, firmados desde 2015. El gobierno norteamericano alcanzó a establecer los términos de referencia en los meses previos a la conclusión del periodo presidencial de Barack Obama, a finales de 2016.

No obstante, durante la campaña del candidato Donald Trump se planteó la posibilidad de cambiar las políticas ambientales, señalando la necesidad de explotar los recursos energéticos (petróleo, carbón y gas) desde una nueva perspectiva, indicando que se revisaría la cancelación del Proyecto Keysone XL y la apertura de nuevos poliductos en Dakota del Norte, “Dakota Pipeline” (DKPL), ambos ligados a las restricciones ambientales que afectarían amplias regiones de Canadá, de Estados Unidos y de México, como usuario final.

El presidente estadunidense ha sido objeto de toda clase de improperios y reclamos por la decisión, emitida incluso en forma de orden ejecutiva, de retirarse del Acuerdo de París, Francia (1 de junio de 2017). Sin embargo, la mayor parte de los ataques ha sido mediática, ya que pocas personas han leído la fuente original. Efectivamente, los medios de comunicación han interpretado de forma incompleta los fundamentos técnicos, legales y financieros de la orden ejecutiva presentada en el rose garden de la Casa Blanca.

La estrategia inserta en la determinación de salir del Acuerdo de París incluye una ponderación de los compromisos financieros y legales que envuelven la participación de los países en el cumplimiento de los acuerdos y una evaluación de las ventajas y desventajas, no sólo de tipo ambiental sino las que implican restricciones de desarrollo industrial relacionadas con la política de energía que se ha planteado durante la nueva administración.

A raíz de un cambio político importante, el actual Administrador de la Agencia Andrew R. Wheeler sustituyó en 2018 a Edward Scott Pruitt, político y abogado estadunidense originario de Oklahoma y miembro del Partido Republicano, que se desempeñó como el decimocuarto administrador de la Agencia de Protección Ambiental.

Andrew R. Wheeler es considerado líder en protección ambiental. Sostiene una intensa agenda ante el Congreso Norteamericano, enfocado en mantener altos estándares de protección ambiental.

En un programa de radio, TV e internet, emitido el 19 de junio de 2017, comenté que la estrategia real de Estados Unidos se mantiene enfocada en continuar siendo líder en cambio climático y el uso de energías limpias, es decir, que la salida del Acuerdo de París está vinculada con la creación de sus políticas propias y la posibilidad de no someterse a los parámetros internacionales (de terceros) ante el efecto de proteger los empleos relacionados con la explotación de petróleo, carbón y gas en Estados Unidos de América.

A continuación se presenta, en formato de código QR, la versión estenográfica de dicho evento, que incluye una explicación basada en los argumentos técnicos, legales y de estrategia ambiental que se utilizaron para tomar tal decisión. El documento puede ser consultado mediante el portal <https://jjlr72.wixsite.com/drtomasmiklos> de esta obra o en la fuente original.1

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Por ello, la nueva política de explotación energética estadunidense se contrapone con los preceptos de los Acuerdos de París, pero podría gestar un desarrollo “independiente”, lo que incluso ha generado que algunos estados de la Unión Americana se opongan a la salida de los Acuerdos y han manifestado su propio compromiso por cumplir con ellos.2

Los gases de efecto invernadero son principalmente dióxido de carbono, metano, óxidos de nitrógeno, ozono, clorofluocarbonos, hexafluoruro de azufre y, en menor medida, el vapor de agua, el ozono y el monóxido de carbono.3 La concentración excesiva de estos gases produce el desequilibrio en el balance energético de la Tierra.

Como asertiva y atinadamente comenta la periodista Lorena Rivera,4 el presente y el futuro tanto del planeta como de nuestro país dependen de los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París y el reto es enorme, pues cada nación debe reconstruir sus economías bajo cimientos fuertemente sostenibles para lograr que sean bajas en carbono. Como todos sabemos, la meta es disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y evitar que en los próximos años la temperatura global rebase el umbral de 1.5 grados centígrados. Para ello se requiere de la suma de los esfuerzos de los gobiernos y sus sociedades.

Hoy sigue resultando complicado visualizar las economías sin la intervención de los combustibles fósiles, los causantes de muchas de nuestras tragedias: guerras por petróleo, crisis climática y contaminación atmosférica, sólo por mencionar tres.

Es probable que en manos de las generaciones más nuevas esté una parte significativa de la solución, y ahí es donde hay que poner atención, porque seamos honestos: no sólo estamos hablando del cambio climático y sus consecuencias, sino también se trata de parar el daño ambiental en los diversos ecosistemas, que en muchos casos es irreversible, así como hacerle frente a la contaminación del aire, los océanos y los suelos.

En el caso de México, de acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECCGEI