CNV---Coberta600px.jpg






La Comunicación No Violenta es un proceso que tiene que ver con nuestras aspiraciones más profundas. Es simple y accesible a todos, pero también nos ayuda a evolucionar en nuestra manera de ser en relación con nosotros mismos y con los demás, a mantener el diálogo en situaciones de desacuerdo o conflicto, a desarrollar nuestra capacidad de encontrar con los demás soluciones creativas de cooperación. La integración del proceso de Comunicación No Violenta necesita de cada uno tiempo y práctica para adquirir mayor fluidez.

Con el fin de continuar con el aprendizaje y encontrar apoyo puedes consultar


www.comunicacionnoviolenta.com

info@comunicacionnoviolenta.com

www.cnvc.org/es







© del texto: Pilar de la Torre, 2018

© de esta edición: Arpa Editores, S. L.

Manila, 65 08034 Barcelona

www.arpaeditores.com


Primera edición: julio de 2018


ISBN: 978-84-16601-99-8

Maquetación: Estudi Purpurink

Reservados todos los derechos.

Ninguna parte de esta publicación

puede ser reproducida, almacenada o transmitida

por ningún medio sin permiso del editor.





Pilar de la Torre

Fundamentos y prácticas
de Comunicación No Violenta







Arpa_Petit





Sumario

Introducción. El sistema emocional tiene reglas universales

Algunos conceptos básicos

Qué entendemos por comunicación violenta y Comunicación No Violenta

Qué entendemos por persona

Qué entendemos por conflicto

Ejes fundamentales de la Comunicación No Violenta

Cuáles son los elementos de la comunicación violenta

Cuáles son los elementos de la Comunicación No Violenta

Proceso y etapas de la Comunicación No Violenta

La escucha de nosotros mismos para desactivar nuestra propia violencia

Juicios, exigencias, tener la razón

Hechos

Sentimientos

Necesidades

Acciones y peticiones

Los tres tipos de petición

Cómo saber si estamos pidiendo o exigiendo

Situaciones con hechos, sentimientos, necesidades y acciones

Acciones para cuidar de nuestras necesidades

Escuchar y comprender al otro: el diálogo

Por dónde empezar en el diálogo

Escucha empática, interior o silenciosa

Situaciones en las que hemos reconocido la necesidad de alguna persona

Las etapas del proceso de la Comunicación No Violenta

Autoescucha y autocuidado de una madre y sus dos hijos pequeños

Diálogo entre una madre y su hija adulta

Diálogo con un compañero de trabajo que interrumpe en las reuniones

Los cuatro bloqueos más frecuentes en las relaciones

La acción de poner límites

Necesidades y peticiones de una maestra de párvulos

El duelo en la relación

Escucha de una mujer con problemas con su marido

Escucha de un padre con dos hijos que han discutido

El sentimiento de rabia

Escucha por falta de compromiso

Escucha en una relación de pareja

El juicio de culpabilidad y el sentimiento de culpa

La culpa de una mujer que ayuda a sus amigos

La expresión del aprecio, la gratitud y el reconocimiento

Epílogo. La Comunicación No Violenta es un arte de vida

Material práctico para desarrollar la Comunicación No Violenta

Listados de necesidades y sentimientos

Las cuatro etapas del proceso de Comunicación No Violenta

Cómo trabajar en nuestro espacio interior

Cómo trabajar una situación

Dónde estoy antes de iniciar un diálogo

Ofrecer reconocimiento a alguien

Expresar la rabia







A mis padres Lucía y Pedro,
a los que elijo como madre y padre,
y a mi hija Gabriela,
por venir y estar en mi vida.





Algunos conceptos básicos



Qué entendemos por comunicación violenta y Comunicación No Violenta


Dediquemos un tiempo a sintonizar conceptos y ponernos de acuerdo sobre a qué llamamos comunicación violenta y a qué nos referimos con Comunicación No Violenta. Llamamos comunicación violenta todo acto comunicativo que lleva a la otra persona a cerrarse o a alejarse de mí, aunque esté lejos de mi intención ocasionar tal efecto. Hablaremos de una comunicación violenta cuando decimos o no decimos, hacemos o no hacemos algo que a la otra persona le llega como daño, la pone a la defensiva y la aleja de nosotros; aquello que no incluye cuidado hacia la otra persona, aunque nuestra intención sea claramente positiva.

Paralelamente, consideraremos Comunicación No Violenta cualquier cosa que digamos o que no digamos, que hagamos o no hagamos que provoca en la otra persona sensación de cuidado, consideración y comprensión.

¿Cómo debo comunicar para que tú tengas la sensación real de que me importas? Muchas veces se tratará de un simple «buenos días», o un silencio, un gesto, una mirada, una actitud corporal. Es lo que todos queremos que nos den los demás. Es una ley universal de nuestro sistema afectivo: en cualquier conflicto o situación de la vida, en el trabajo, en la comunidad de vecinos, en la cola del autobús, con mis padres, con mi pareja, con mis hijos, lo que más deseamos es la calidez.

En este libro vamos a aprender a ofrecerla, teniendo en cuenta la grandísima ventaja de que cuando se la damos a los demás nos la estamos proporcionando también a nosotros mismos. La CNV tiene un efecto boomerang de bienestar incuestionable. Al entrar en la Comunicación No Violenta accedemos a actitudes inteligentes y eficaces porque no alimentamos resistencias. Por sentido común, si elimino violencia y pongo cuidado, la otra persona también va a cambiar, mucho o poco, en un momento u otro, dependerá de cada vínculo en particular. El cuidado, el cariño, siempre tendrán un impacto positivo en la otra persona.

Miremos, de entre nuestras relaciones, aquellas que deseamos cuidar de manera espontánea. ¿Qué es lo que nos aportan esas personas para que tengamos ese deseo positivo? Probablemente estemos recibiendo de su parte comprensión, cariño o aceptación. De aquí podemos extraer otra ley universal: cuando ofrecemos respeto y comprensión, contamos con muchas más posibilidades de que también los demás deseen cuidarnos.

Dejemos claro que no querer cambiar al otro no significa que no podamos poner límites. Los límites son necesarios en cualquier relación y si se establecen con respeto forman parte de la no violencia, aunque supongan cierta frustración para la persona que los recibe. Se puede confundir la idea que se tiene de Comunicación No Violenta respecto a esto. No se trata de aceptar que el otro haga lo que quiera, el reto está en poner los límites de manera no violenta, y ayudar a conseguirlo es lo que da sentido a este libro.


Los límites son necesarios en cualquier relación.


¿Cómo hago para poner límites y a la vez cuidar la relación? La Comunicación No Violenta marca límites cuando estos son necesarios; lo que ocurre es que normalmente ponemos límites según ese modelo social que nos hace decir «basta, es así porque lo digo yo y no se hable más». Aquí la cuestión no consiste tanto en el límite en sí como en la manera de establecerlo. Creo que la energía del límite es necesaria en las relaciones, sin ella la Comunicación No Violenta es como un merengue que se desmorona. Nos han enseñado a poner límites cuando ya es demasiado tarde, cuando estamos hartos, cuando es el último recurso. No hemos aprendido a poner límites amorosos, cuidadosos, cálidos, firmes, respetuosos. Sin embargo, ¿acaso no ponemos un límite al niño de dos años que quiere comerse un paquete de galletas antes del almuerzo? ¿Acaso en situaciones así no sabemos ya poner un límite con la ternura adecuada?

A veces la Comunicación No Violenta se interpreta erróneamente, como si tuviéramos que responder sí a todo lo que se nos pide, como si creyésemos que decir «no» es violento. La CNV no consiste en no frustrar al otro. ¿Cómo decirle a mi amiga que no voy a ir con ella al cine? «No me apetece ir y quiero cuidar de mi amiga, y como sé que si le digo que no quiero ir se disgustará le digo que sí». Al razonar así creo practicar Comunicación No Violenta, pero en realidad soy violenta conmigo misma.


La comunicación no violenta no es decir sí a todo.


La Comunicación No Violenta no pretende mantener una relación cueste lo que cueste, sino que trata de resolver situaciones de manera que estemos seguros de que actuamos lo mejor que sabemos y está en nuestra mano; sin olvidar, como es lógico, que en buena medida también depende del otro y de las circunstancias.

Comunicación No Violenta tampoco significa mantenerse todo el día en un tono emocional plano, estable, siempre contento y siempre comprensivo; se trata más bien de un proceso de responsabilidad y autenticidad.

En las páginas que siguen aprenderemos a resolver situaciones sin exigir nada a los demás y al mismo tiempo sin anularnos a nosotros mismos, con nuestra autenticidad y recorriendo un camino que incluye cuidar de la otra persona.


La comunicación no violenta es un proceso de responsabilidad y autenticidad.


Podríamos resumirlo de este otro modo: la comunicación violenta es desconexión del amor, y la Comunicación No Violenta es la expresión de nuestro sentimiento de amor.



Qué entendemos por persona


Cuando hablamos de un ser humano, de una persona, ¿a qué nos referimos? Las cosas no están nada claras al respecto. Cuando pensamos en alguien tendemos a identificarlo con su trabajo, con su familia, con lo que piensa, con lo que dice y, en definitiva, con lo que muestra de sí, con lo que se ve.

Mi propuesta es concebir al ser humano como un iceberg, con una parte manifiesta que vemos y conocemos y otra sumergida, en su interior, que cobija todo un universo que desconocemos pero que sin duda existe. De ese universo la propia persona es consciente de unas cosas y de otras no. Tengo el convencimiento que nos iremos de este mundo sin haber conocido muchos rincones de ese iceberg, que la vida es un camino de descubrimiento de nosotros mismos y un aprendizaje de lo que podemos hacer con aquello de lo que tomamos conciencia. Se trata de un proceso que no se agota, ni en mí ni en la otra persona. En este sentido, la no violencia supone tener en cuenta lo que está sumergido en el agua. Leer entre líneas, ver lo implícito en lo que está explícito, porque es en lo implícito, en eso que está bajo el agua, donde reside la fuerza de la vida. ¿Qué hacemos con lo que intuimos que está ahí latente? ¿Qué hacemos cuando la otra persona parece no ser consciente de eso que intuimos? ¿Cómo manejarlo sin violencia? ¿Cómo resolver su violencia hacia mí o hacia él mismo o ella misma? Esto es lo que vamos a intentar aprender en este libro.



Qué entendemos por conflicto


Nuestra educación nos enseña que el conflicto es algo malo, negativo, que cuando hay disputas es por falta de amor, que una buena relación es aquella en la que no hay conflictos y que tenemos que hacer todo lo posible por evitarlos. Esta concepción, sin embargo, genera dolor e impotencia cuando aparece un desencuentro. Si partimos de la base de que no hay dos seres humanos iguales, si aceptamos que cada cual tiene su historia y que se relaciona con ella de manera particular a partir de su entorno cultural, familiar y socioeconómico y que tiene aprendizajes y vivencias propios que hacen que una misma situación sea vivida de tantas maneras como seres humanos hay en el mundo; si aceptamos todo esto, intentar que no haya desajustes, que veamos las situaciones de la misma manera para que no surja el conflicto es simplemente un disparate, una ingenuidad que termina por resolverse con huida, imposición, sometimiento o poder sobre el otro.


La vivencia satisfactoria de un conflicto hace que estemos más cerca uno de otro que antes.


No hemos sido educados para afrontar los conflictos de una forma positiva. La experiencia de que el conflicto termina en violencia nos ha llevado a rechazar el conflicto cuando este es ley de vida porque la vida es diferencia. Pero es posible quitarle al desencuentro esta valencia negativa y aceptarlo como parte integral de nuestras relaciones. Podemos decir «sí» al conflicto. En estas páginas vamos a entenderlo como una gran oportunidad de conseguir reajustar la relación en la que surge.

La resolución satisfactoria de un conflicto puede nutrir la relación, enriquecerla, y permitir que haya más cercanía que antes. Naturalmente, ello requiere un aprendizaje para saberlo abordar, que es la cuestión que nos ocupa. Incluso con los conflictos que se han mantenido en el tiempo, los que no supimos abordar en su momento, cabe plantearse afrontarlos, al menos internamente, y eliminar el bloqueo que puedan haber generado en nuestro corazón.