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Historia del Próximo Oriente antiguo
(ca. 3000-323 a.n.e.)

Marc van de Mieroop

Traducción de Sara Arroyo y Andrés Piquer

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BIBLIOTECA DE CIENCIAS BÍBLICAS
Y ORIENTALES

dirigida por Julio Trebolle Barrera

Título original: A History of the Ancient Near East ca. 3000-323 BC, 3rd ed.

© Editorial Trotta, S.A., 2020

© John Wiley & Sons, Inc., 2016

© Sara Arroyo Cuadra y Andrés Piquer Otero, traducción, 2020

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Esta obra ha recibido una ayuda a la edición del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte

ÍNDICE GENERAL

Lista de ilustraciones

Lista de gráficos

Lista de mapas

Lista de debates

Lista de recuadros

Lista de documentos

Prefacio

Nota del autor

1.PROBLEMAS INICIALES

1.1.¿Qué es el Próximo Oriente antiguo?

1.2.Fuentes

1.3.Geografía

1.4.Desarrollos prehistóricos

Parte I. CIUDADES-ESTADO

2.ORÍGENES: EL FENÓMENO DE URUK

2.1.El origen de las ciudades

2.2.El desarrollo de la escritura y la administración

2.3.La «expansión de Uruk»

2.4.Las repercusiones de Uruk

3.CIUDADES-ESTADO RIVALES: EL PERÍODO DINÁSTICO ARCAICO

3.1.Las fuentes escritas y sus usos históricos

3.2.Los avances políticos en el sur de Mesopotamia

3.3.El Próximo Oriente en su conjunto

3.4.La sociedad del dinástico arcaico

3.5.La cultura de los escribas

4.LA CENTRALIZACIÓN POLÍTICA A FINALES DEL TERCER MILENIO

4.1.Los reyes de Acad

4.2.La tercera dinastía de Ur

5.EL PRÓXIMO ORIENTE A COMIENZOS DEL SEGUNDO MILENIO

5.1.Pueblos nómadas y sedentarios

5.2.Babilonia

5.3.Asiria y el este

5.4.Mari y el oeste

6.EL CRECIMIENTO DE LOS ESTADOS TERRITORIALES A COMIENZOS DEL SEGUNDO MILENIO

6.1.Shamshi-Adad y el reino de la Alta Mesopotamia

6.2.La Babilonia de Hammurabi

6.3.El Reino Antiguo hitita

6.4.La «Edad Oscura»

Parte II. ESTADOS TERRITORIALES

7.EL CLUB DE LAS GRANDES POTENCIAS

7.1.El sistema político

7.2.Interacciones políticas: diplomacia y comercio

7.3.Competencia regional: la guerra

7.4.Ideologías y organizaciones sociales compartidas

8.LOS ESTADOS OCCIDENTALES A FINALES DEL SEGUNDO MILENIO

8.1.Mitanni

8.2.El Reino Nuevo hitita

8.3.Siria-Palestina

9.CASITAS, ASIRIOS Y ELAMITAS

9.1.Babilonia

9.2.Asiria

9.3.El Reino Medio elamita

10.EL COLAPSO DEL SISTEMA REGIONAL Y SUS RESULTADOS

10.1.Los acontecimientos

10.2.La interpretación

10.3.El resultado

Parte III. IMPERIOS

11.EL PRÓXIMO ORIENTE A COMIENZOS DEL PRIMER MILENIO

11.1.Los estados del este

11.2.El oeste

12.EL ASCENSO DE ASIRIA

12.1.Patrones del imperialismo asirio

12.2.El registro histórico

12.3.La expansión del siglo IX

12.4.El declive interno de Asiria

13.EL DOMINIO ASIRIO DEL MUNDO

13.1.La creación de una estructura imperial

13.2.La derrota de los grandes rivales

13.3.La administración e ideología del imperio

13.4.La cultura asiria

13.5.La caída de Asiria

14.LOS MEDOS Y LOS BABILONIOS

14.1.Los medos y los estados de Anatolia

14.2.La dinastía neobabilónica

15.LA CREACIÓN DE UN IMPERIO MUNDIAL: PERSIA

15.1.Las fuentes y sus desafíos

15.2.El ascenso y la expansión de Persia

15.3.Gobierno de los estados dominados

15.4.La creación de una estructura imperial

16.EL GOBIERNO DE UN IMPERIO MUNDIAL: PERSIA

16.1.Avances políticos

16.2.La administración del imperio

16.3.Las formas locales de la administración persa

16.4.El final del imperio

Epílogo

Listas de reyes

Guía para ampliación de lecturas

Bibliografía

Cronología global

Índice analítico

LISTA DE ILUSTRACIONES

1.2.Secuencia cerámica

1.3.Figurillas femeninas de la cultura de Halaf

2.1.Pila de cuencos de borde biselado

2.2.El vaso de Uruk

2.3.Tablilla de Uruk III

3.1.Prisma de Weld-Blundell inscrito con la Lista real sumeria

3.2.Estela de los buitres, anverso y reverso

4.1.La Estela de Naram-Sin

4.2.Estatua de Gudea

4.3.Plato inscrito con el nombre de la suma sacerdotisa del dios Nanna

4.4.Cilindro-sello con su impronta, utilizado por el oficial del rey Ibbi-Sin, Ilum-bani

5.1.Antigua tablilla cuneiforme asiria y su sobre

5.2.Estela de Dadusha

6.1.Estela fragmentaria, probablemente de Shamshi-Adad

6.2.La estela de Hammurabi

6.3.«Quiet Street» en Ur

6.4.Tablilla matemática paleobabilónica

7.1.Excavación de lingotes de cobre del pecio de Uluburun

7.2.Representación de un carro, Tebas, Egipto

7.4.Puerta de la ciudad de Hattusa

8.1.Estatua del rey Idrimi

8.2.Puerta de los Leones de Micenas

8.3.Carta del rey Tudhaliya IV de Hatti al rey de Ugarit

9.1.Estela casita de la diosa babilonia Lama

9.2.Restos del zigurat de Dur-Kurigalzu

9.3.Prisma octogonal con inscripción dedicatoria de Tiglat-Pileser I, de Asur

10.1.Batalla de Ramsés III contra los Pueblos del Mar, detalle de un relieve de Medinet Habu

10.2.Inscripción jeroglífica anatolia de principios del primer milenio

10.3.Tablilla con un abecedario del sistema de escritura ugarítico

11.1.Representación por parte de Asurbanipal de la muerte del rey Te’umman

11.2.Placa de bronce de Urartu

11.3.Ortostato neohitita de Guzana

11.4.Marfil sirio al estilo fenicio

11.5.Estatua de Hadad-yith’i

12.1.Asedio de Laquis

12.4.Portadores de tributos. Detalle del Obelisco Negro de Salmanasar III

13.1.Relieve de Dur-Sharrukin que representa al rey Sargón II y a un oficial

13.2.Representación asiria procedente de Nínive mostrando refugiados de las marismas del sur

13.3.Un manuscrito de la biblioteca de Asurbanipal

14.1.Relieve asirio que muestra a medos

14.2.Plano de Babilonia en el siglo VI

14.4.Tablilla de Shamash

15.2.Cilindro de Ciro

15.3.Portadores de tributos de Persépolis

15.4.Estatua de Darío encontrada en Susa

15.5.Tarja con un texto arameo, de Bactria

16.1.Detalle del relieve de Behistún

16.2.Fachada de una tumba real, probablemente de Jerjes, en Naqsh-i-Rustam

16.3.Tablilla del archivo de Murashu

16.4.Dárico de oro

LÁMINAS A COLOR

1.1.Vista de Göbekli Tepe

3.3.Carnero en el matorral del Cementerio real de Ur

5.3.Fragmento de un fresco del palacio de Mari

7.3.Objeto de las tumbas reales de Qatna

8.4.Recipiente hitita en forma de ciervo

9.4.Estatua de la reina Napir-asu, esposa de Untash-Napirisha

10.4.Relieve asirio con camellos domesticados

12.2.Reconstrucción del palacio de Kalhu

12.3.Cinturón de oro de las tumbas de las reinas en Nimrud

13.4.Muerte de Sardanápalo, por Eugène Delacroix

14.3.La puerta de Ishtar expuesta en Berlín

15.1.Representación de los arqueros persas de Susa

LISTA DE GRÁFICOS

1.1.Cronología de la prehistoria del Próximo Oriente

2.1.Ejemplos de sistemas de pesos y medidas utilizados en las cuentas del período de Uruk

7.1.Cronología comparada de los grandes estados de la segunda mitad del segundo milenio

LISTA DE MAPAS

1.1.El Próximo Oriente antiguo

2.1.Cambios en los patrones de asentamiento en Babilonia durante los períodos de Obeid y Uruk

2.2.La expansión de Uruk

3.1.Las ciudades-estado de Babilonia en el Período Dinástico Arcaico

3.2.El Próximo Oriente en torno al 2400

4.1.Los estados de Acad y de Ur III

5.1.La división política de Babilonia durante los primeros siglos del segundo milenio

5.2.El Próximo Oriente a comienzos del segundo milenio

6.1.Estados territoriales de comienzos del segundo milenio

7.1.Los sistemas políticos del Próximo Oriente en la segunda mitad del segundo milenio

8.1.El estado de Mitanni

8.2.El estado hitita durante el Reino Nuevo

9.1.Los estados medioasirio, casita y medioelamita

10.1.El Próximo Oriente y el Mediterráneo oriental ca. 1200

11.1.El Próximo Oriente a principios del primer milenio

12.1.Fases de la expansión del Imperio asirio

13.1.Anexión asiria de los estados occidentales en el siglo VIII

13.2.La región de Babilonia en el primer milenio

14.1.El Próximo Oriente en el siglo VI

15.1.El Imperio persa

LISTA DE DEBATES

1.1.La datación en la historia del Próximo Oriente

2.1.¿Por qué ciudades?

3.1.¿Qué sucedió en el Cementerio real de Ur?

4.1.¿Podemos confiar en los relatos mesopotámicos posteriores sobre la dinastía de Acad?

5.1.¿Quiénes eran los amorreos?

6.1.¿Qué es el Código de Hammurabi?

7.1.La sincronización de la historia en el Bronce Último en el Mediterráneo oriental

8.1.¿Quiénes eran los habiru?

9.1.¿Por qué se llevó Shutruk-Nahhunte monumentos babilonios a Susa?

10.1.¿Qué sucedió con el estado hitita en torno a 1200?

11.1.Escribiendo la historia antigua de Israel

12.1.¿Por qué los asirios crearon un imperio?

13.1.¿Fue el rey Asurbanipal un erudito?

14.1.¿Dónde estaban los Jardines Colgantes de Babilonia?

15.1.¿Cómo de importantes fueron las victorias griegas sobre Persia para la Historia Universal?

16.1.¿Fueron decadentes los persas?

LISTA DE RECUADROS

1.1.¿Qué hay en un nombre?

1.2.El uso de la cerámica en la investigación arqueológica

2.1.El vaso de Uruk

2.2.Lenguas del Próximo Oriente antiguo

3.1.La Lista real sumeria

4.1.El nombre del año

5.1.Las Cartas de Mari

6.1.El sistema de datación por epónimos

7.1.Las Cartas de Amarna

8.1.Historiografía hitita

9.1.Anales reales de Asiria

10.1.Escrituras alfabéticas

11.1.Los fenicios en el Mediterráneo occidental

12.1.Relieve escultórico asirio

13.1.La Epopeya de Gilgamesh

14.1.Las fuentes clásicas y la historia del Próximo Oriente antiguo

15.1.Las ciudades capitales persas

16.1.La moneda en el Imperio persa

LISTA DE DOCUMENTOS

2.1.Listas léxicas

3.1.El conflicto fronterizo de Umma y Lagash

3.2.Extracto de una lista de raciones

4.1.Tradiciones posteriores sobre los reyes de Acad

4.2.Himnos a los reyes de la Dinastía de Ur III

5.1.Extracto del edicto del rey Ammisaduqa de Babilonia

5.2.La correspondencia del Período Asirio Antiguo: ejemplos de cartas escritas por y dirigidas a mujeres

6.1.Cartas a Zimri-Lim de Mari sobre Hammurabi y Eshnunna

6.2.Un relato de comienzos de la historia hitita: extracto del Edicto de Telipinu

7.1.Ejemplos de Cartas de Amarna

7.2.La literatura babilonia a lo largo y ancho del Próximo Oriente

8.1.Escritos hurritas

8.2.Extractos del tratado entre Tudhaliya IV de Hatti y Shaushgamuwa de Amurru

9.1.Selección de las Leyes medioasirias

9.2.Inscripciones medioelamitas

10.1.Cartas de Ugarit

10.2.Reflexiones posteriores sobre la Edad Oscura

11.1.Una descripción asiria de los montes Zagros

11.2.La inscripción bilingüe acadio-aramea de Hadad-yith’i

12.1.El rey Sargón y Dur-Sharrukin

12.2.Extracto de la Crónica Epónima

13.1.Asurbanipal y Egipto

13.2.Comentarios de eruditos

14.1.Extractos de la autobiografía de Adad-guppi

14.2.Contratos privados neobabilónicos

15.1.El Cilindro de Ciro

15.2.La biblioteca persa en Sippar

16.1.La inscripción de Darío en Behistún

16.2.Tasas de las provincias persas según Heródoto

PREFACIO

El año 334 a.e.c., un joven rey de Macedonia y su ejército bien entrenado pasaron a Asia desde Europa, se enfrentaron al inmenso imperio de Persia y lo conquistaron en el transcurso de una década. Las tropas de Alejandro marcharon a través de un mundo de antigüedades que albergaba los restos de miles de años de historia precedente. Su encuentro previo con Grecia no podía haberlos preparado para lo que iban a ver en el Próximo Oriente y Egipto. Entraron en ciudades como Uruk, que habían existido durante tres milenios, y visitaron pirámides y templos que se habían mantenido en pie desde hacía casi el mismo tiempo. Era un mundo inmerso en la historia, no un mundo en declive, que aguardaba inspiración nueva. Los habitantes de las ciudades eran conscientes de que sus tradiciones eran tan antiguas que llegaban a afirmar que procedían de los propios orígenes del tiempo. Las gentes escribían con signos que habían estado en uso casi treinta siglos, leían y copiaban textos de siglos de antigüedad. No se trataba de afirmaciones vanas, puesto que durante largo tiempo habían sido realmente hogar de las culturas más avanzadas del mundo, mucho antes de que Grecia hubiese desarrollado su gran civilización clásica.

Es en el Próximo Oriente y en el noreste de África donde muchos de los elementos que asociamos a la civilización avanzada aparecieron por vez primera, incluyendo la agricultura, las ciudades, los estados, la escritura, las leyes y muchos otros. Dado que esta región se ubica en la convergencia de tres continentes, aquí se juntaron prácticas y conceptos de pueblos numerosos y diversos, se inspiraron y complementaron mutuamente y se usaron por sus habitantes para manipular el entorno. Crearon dicho entorno, más que reaccionar al mismo. Esto había sucedido a lo largo de muchos siglos, milenios de hecho, mediante procesos que presenciaron desarrollos tanto suaves como abruptos, cambios de fortuna y comienzos en falso. Hoy nos sentimos naturalmente atraídos a indagar cómo y por qué sucedieron cosas así y quién participó en ellas. La investigación de los siglos XIX y XX solía remontar las raíces de la civilización moderna a la historia antigua de esta región, pero aproximaciones de este tipo ya no son aceptables, puesto que ahora somos conscientes de que la historia no es una mera evolución larga e ininterrumpida desde una única fuente. Podemos afirmar, con todo, que en el Próximo Oriente y en el noreste de África podemos estudiar por primera vez en la historia cómo vivían los seres humanos, en circunstancias que incluyen muchos de los elementos de nuestra propia cultura. Podemos estudiarlo a partir de un registro escrito aparte de los restos materiales, puesto que allí aparecen las primeras sociedades con cultura escrita de la historia universal. Y este estudio se vuelve especialmente intenso, puesto que a menudo vemos aquí la creación indígena de factores culturales, más que elementos que se hubiesen tomado prestados.

El Próximo Oriente y Egipto abarcan un área muy vasta que se extiende del mar Negro a la presa de Asuán y del mar Egeo a las tierras altas de Irán, un área que estuvo densamente poblada a lo largo de su historia. La diversidad de culturas e historias en toda esta región es inmensa, demasiado amplia para ser descrita en un único libro. Por lo tanto me dedicaré únicamente al Próximo Oriente, esto es, las regiones del continente asiático, y dejaré a Egipto fuera del estudio. Aun así, nos queda un elenco ingente de pueblos, culturas, lenguas y tradiciones. Hay cierta unidad en esta diversidad, sin embargo, que hace deseable un estudio conjunto. En la variedad podemos ver numerosas similitudes. Las circunstancias políticas y militares en ocasiones unieron a muchos de estos pueblos bajo un único sistema y podemos ver procesos casi constantes de interacción e intercambio social y cultural que conectaban las distintas regiones.

La historia del Próximo Oriente no debería tratar solo de principios o interesarnos exclusivamente porque contiene los testimonios más antiguos de ciertas preguntas que pueden formularse los historiadores. Muchos otros factores estaban implicados. Es una historia de unos tres mil años, un período un poco más largo que el que nos separa de Homero. Este largo arco temporal, con sus innumerables gentes, puede estudiarse a través de un registro histórico continuo que nos permite ver las circunstancias cambiantes y las reacciones humanas en un grado de detalle que no puede hallarse en ninguna otra región del mundo antiguo. El pasado ha sido descrito como un país extranjero y estudiarlo es como viajar: conocemos a gente que se parece mucho a nosotros, pero que es claramente diferente. Igual que cuando viajamos, tenemos un acceso restringido y no podemos verlo todo. Sin embargo, contamos con abundante información para el Próximo Oriente antiguo y esa abundancia nos permite ver mucho más que con otras culturas del pasado.

Como visitantes en un país extranjero, no comprendemos todo lo que vemos, puesto que no somos participantes plenos de las vidas y culturas que encontramos. Con todo, es de esperar que aprendamos a apreciar las diferencias como respuestas a retos y oportunidades tan humanos como los nuestros. Aprendemos que nuestros hábitos de conducta y pensamiento no son los únicos que pueden tener sentido. Los historiadores son como guías de viajes: al afirmar que poseen una mayor familiaridad con los países extranjeros que sus lectores, señalan lo que les resulta interesante y formulan su entusiasmo en formas que les parecen lógicas. Esperan informar a los lectores a la vez que los invitan a explorar más. Este es también el objetivo de este libro: aportar una introducción a una materia rica y fascinante que puede examinarse de muchas maneras y desde muchas perspectivas diferentes. Es una historia, no la historia. Puesto que los materiales disponibles son tan abundantes y diversos, un libro de resumen como este necesariamente presentará el punto de vista personal del autor sobre la materia, y mis intereses y prejuicios se ven reflejados claramente en los temas que trato y en las interpretaciones que propongo. El propósito no es escribir una historia definitiva de esta región y era de la historia humana, sino inspirar a los lectores a que emprendan su propio viaje por este mundo del Próximo Oriente antiguo.

Esta es la tercera edición de este libro, escrita una década después tras la publicación de la primera. Los lectores familiarizados con versiones anteriores percibirán cambios menores y mayores en el texto. Son en parte resultado de nuevas investigaciones, que continúan a pesar de que los trágicos acontecimientos en el Oriente Medio de hoy hagan imposible visitar muchas zonas de la región. Algunos cambios son el resultado de mis propias reconsideraciones de ideas y cambios de intereses, aunque me mantengo en la aproximación básica que coloca la historia política en la posición central de la narración. Algunos fueron inspirados por las reseñas publicadas o por las observaciones hechas por profesores que utilizan el libro en clase. He añadido un capítulo al final e introducido un nuevo elemento que denomino «Debates» en cada capítulo. Como un resumen de estas características por necesidad presenta afirmaciones e ignora los debates que mantienen los expertos en casi todos los puntos, he presentado secciones donde esbozo varias aproximaciones y posturas académicas sobre ciertos temas, aportando referencias bibliográficas. Su número es limitado, pero espero que muestren a los estudiantes cómo se producen desacuerdos entre los investigadores y sus posturas cambian en ciertas áreas.

Querría agradecer al personal de Wiley Blackwell su apoyo continuado a este libro. Mi mayor deuda la he contraído con una serie de grupos de estudiantes de Columbia University y durante una temporada en la Universidad de Oxford, que continúan obligándome a dar sentido al material que estudio y que por su mera presencia hacen que merezca la pena.

Nueva York

MARC VAN DE MIEROOP

NOTA DEL AUTOR

He intentado reproducir los numerosos nombres de lugares y personas de este libro de un modo que los haga tan reconocibles como sea posible. Así, cuando existan formas familiares en castellano, Nabucodonosor, por ejemplo, en vez del más preciso Nabu-kudurri-usur, Alepo en vez de Halab, las usaré. Mis colegas se darán cuenta de lo inconsistente de mi uso, pero también tendrán claras las distintas representaciones de esos nombres. Para los demás, espero haber facilitado la lectura del libro. No he intentado representar ciertos elementos fonéticos de las lenguas del Próximo Oriente antiguo, como la s enfática, pronunciada ts, que reproduzco como s sencilla. No se hace indicación específica de las vocales largas excepto cuando todo un término aparece en acadio.

He intentado utilizar términos de las distintas lenguas antiguas del Próximo Oriente, pero cuando lo hago, sigo la práctica habitual en nuestra disciplina de marcarlas en cursiva, excepto las palabras sumerias, que aparecen en el estilo de fuente estándar.

En las traducciones de los textos antiguos, las reconstrucciones de los pasajes dañados no se marcan siempre a fin de mejorar la legibilidad del texto. Cuando se indican, aparecen entre corchetes. Cuando una palabra se halla parcialmente entre corchetes, se indica que parte de ella es aún legible. Las traducciones dudosas aparecen en cursiva.

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PROBLEMAS INICIALES

1.1. ¿QUÉ ES EL PRÓXIMO ORIENTE ANTIGUO?

Pocos utilizan hoy el término «Próximo Oriente». Pero ha sobrevivido en el estudio de la historia antigua en una disciplina académica enraizada en el siglo XIX, cuando el término se usaba para identificar los restos del Imperio otomano en las costas orientales del Mediterráneo. Hoy decimos Oriente Medio para designar esta área geográfica, pero los dos términos no son totalmente equivalentes, y los historiadores y arqueólogos del mundo antiguo siguen hablando de Próximo Oriente. Este hábito, de por sí, implica una cierta vaguedad a la hora de determinar qué constituye la historia antigua de esa zona y las fronteras geográficas pueden diferir sustancialmente entre distintos estudios. Algunas definiciones, pues, de qué cubre este libro se hacen necesarias.

En este resumen de historia, Próximo Oriente designa la región de la costa oriental del Mediterráneo al Irán central y del mar Negro al mar Rojo. Egipto, cuya historia antigua se cruza con la del Próximo Oriente en múltiples ocasiones, no se incluye, excepto cuando su imperio se extendió por Asia durante la segunda mitad del segundo milenio. Las fronteras siguen siendo vagas, porque en esencia estudiamos un conjunto de áreas nucleares y la extensión de cada una de ellas fue cambiando en los distintos períodos. Destacada en cualquier estudio del Próximo Oriente antiguo es Mesopotamia, término que usamos para designar el área entre los ríos Tigris y Éufrates en lo que hoy son Iraq y el norte de Siria. Fue hogar de muchas culturas y formaciones políticas, cuya secuencia conocemos bien gracias a abundantes documentos. En ocasiones los estados mesopotámicos se extendieron mucho más allá de sus fronteras, atrayendo a su órbita regiones por lo demás escasamente conocidas, como la península arábiga. Lo mismo puede decirse de otras áreas nucleares en la Anatolia central, el suroeste de Irán y demás. Como historiadores, dependemos de las fuentes; su contenido, tanto en términos geográficos como en las facetas de la vida que documentan, fluctúa enormemente a lo largo del tiempo. Cuando informan de alguna actividad en cierto lugar, dicho lugar se vuelve parte del Próximo Oriente; cuando no es así, poco podemos decir. La historia antigua del Próximo Oriente es como un cuarto oscuro donde las fuentes ofrecen puntos de luz aislados, unos más brillantes que otros. Brillan con especial claridad sobre ciertos lugares y períodos, pero dejan mucho más en sombra. Es labor del historiador intentar sacarle sentido al conjunto.

Los límites cronológicos de la historia del Próximo Oriente antiguo también son ambiguos y tanto las fechas iniciales como finales son flexibles. Si consideramos la Historia dependiente de las fuentes escritas, la postura tradicional frecuente, los orígenes de la escritura en Babilonia en torno al 3000 a.e.c. deben verse como el principio de la historia. Pero la escritura fue una más de las muchas innovaciones que tuvieron sus raíces en épocas anteriores y los textos más antiguos no contienen información «histórica» que podamos interpretar, más allá del hecho de que la gente podía escribir. Así, la mayoría de las historias del Próximo Oriente comienzan con la denominada prehistoria, a menudo en torno al 10000, y describen los desarrollos que tuvieron lugar antes de que existiera la escritura. Durante esos siete mil años, tuvieron lugar tantos cambios importantes en las formas de vida de los seres humanos que se hacen merecedores de un tratamiento en profundidad, que emplee fuentes y metodologías arqueológicas. No hay suficiente espacio en este libro, que persigue estudiar de manera sistemática los períodos históricos, para hacer justicia a todos los desarrollos prehistóricos. Así, comenzaremos a finales del cuarto milenio, cuando varios procesos prehistóricos culminaron simultáneamente, aparte de la aparición de la escritura, lo que cambió los materiales que constituyen nuestras fuentes. Me limitaré a bosquejar los desarrollos precedentes de manera sumaria en esta introducción.

La Historia rara vez presenta finales nítidamente definidos. Incluso cuando los estados son destruidos definitivamente, dejan una huella, cuya duración depende de que se examinen los aspectos históricos en la política, la economía, la cultura u otras áreas. Pero el historiador tiene que detenerse en algún momento y la elección de cuándo lo hace ha de justificarse. Se usan a menudo varias fechas para concluir la historia antigua del Próximo Oriente, muy frecuentemente la caída de la última dinastía mesopotámica nativa en 539 o la derrota de Persia por Alejandro en 331. He elegido a Alejandro como la última figura de mi historia política, porque aunque los cambios que instituyó probablemente no tuviesen gran impacto en la mayoría de la población en aquella época, nuestro acceso a los datos históricos se transforma a partir de su reinado. El cambio gradual de fuentes indígenas a fuentes clásicas externas requiere una aproximación historiográfica diferente. La llegada del helenismo es una línea de demarcación adecuada porque el acceso del historiador a los acontecimientos cambia significativamente.

Entre 3000 y 331 transcurrieron unos veintisiete siglos. Pocas disciplinas históricas se enfrentan a un arco temporal tan extenso, comparable a resúmenes de la civilización europea que conectasen la Grecia homérica con nuestros días. Aunque podemos apreciar períodos marcadamente distintos en ese desarrollo occidental y percibir los cambios esenciales que tuvieron lugar a lo largo del tiempo, es más difícil hacerlo en la historia del Próximo Oriente antiguo. Nuestra distancia del Próximo Oriente, tanto en tiempo como en espíritu, a veces conduce a un punto de vista que difumina las diferencias y lo reduce todo a una gran masa estática. Por otro lado, puede asumirse un punto de vista diametralmente opuesto y fragmentar esta historia en segmentos breves, coherentes y manejables. La discontinuidad se convierte entonces en foco. Esta segunda actitud es la base de la periodización de la historia de Próximo Oriente, que hilvana una serie de fases casi siempre denominadas según dinastías reales. Cada fase experimentó su ciclo de desarrollo, prosperidad y decadencia, como si fuera una entidad biológica y entremedias aparecían las llamadas eras oscuras, momentos de silencio histórico.

Adopto aquí una posición intermedia, y aunque sigo la subdivisión tradicional en períodos dinásticos, los agrupo en unidades mayores. No deberíamos sobredimensionar las continuidades, pero podemos reconocer patrones básicos. En términos políticos, por ejemplo, el poder del Próximo Oriente a menudo se hallaba fragmentado y tan solo hubo momentos relativamente efímeros de centralización bajo líderes de dinastías cuyo ámbito territorial se hacía cada vez más amplio. Pero estos momentos de centralización suelen llamar más la atención, porque han producido un gran número de fuentes escritas y arqueológicas. Teniendo en cuenta el crecimiento progresivo de las formas políticas, esta historia se divide en las edades de ciudades-estado, estados territoriales e imperios, cada uno con sus momentos de grandeza y disgregación (si consideramos que el poder equivale a la grandeza). La ciudad-estado fue el elemento político primero de 3000 a aproximadamente 1600; los estados territoriales dominaron la escena desde ese momento hasta comienzos del primer milenio; y los imperios caracterizan la historia posterior. Los estados mesopotámicos a menudo demuestran de la manera más clara estas fases de desarrollo, pero es evidente que también tuvieron lugar en otros lugares del Próximo Oriente.

A la postre, el acceso y la extensión de las fuentes definen el Próximo Oriente como materia histórica y subdividen su historia. En ciertos lugares y épocas aparece documentación escrita y arqueológica extensa, y estas regiones y momentos constituyen el núcleo de la materia. En este sentido, las culturas de Mesopotamia son dominantes. A menudo fueron las civilizaciones pioneras de la época y tuvieron impacto en todo el Próximo Oriente. Cuando influyeron o controlaron regiones no mesopotámicas, incluiremos esas áreas en nuestra investigación; cuando no fue así, a menudo perdemos la pista de lo que estaba sucediendo fuera de Mesopotamia. La exploración arqueológica en décadas recientes ha hecho cada vez más visible que otras regiones del Próximo Oriente experimentaron desarrollos independientes de Mesopotamia y que a ella no podemos asignar todas las innovaciones culturales. Aun así, sigue resultando difícil escribir historias continuas de esas regiones sin depender de un modelo centrado en Mesopotamia. Mesopotamia aporta unidad geográfica y cronológica a la historiografía del Próximo Oriente. Su uso de un sistema de escritura venerable, su preservación de prácticas religiosas y su continuidad cultural del tercer al primer milenio nos permiten contemplar su larga historia como un todo. El estudio de las otras culturas de la región está en su mayor parte ligado al de la cultura mesopotámica, pero no deberíamos ignorar tampoco sus contribuciones a la historia del Próximo Oriente.

1.2. FUENTES

La presencia de fuentes determina los confines de la historia del Próximo Oriente antiguo. Afortunadamente, son increíblemente abundantes y variadas en su naturaleza a lo largo de toda esta extensa historia. Los textos, fuente primaria del historiador, han sobrevivido por cientos o millares —una estimación publicada recientemente habla de más de un millón—. Desde los momentos más antiguos, los reyes realizaron inscripciones en monumentos de piedra, muchos de los cuales se contaron entre los primeros hallazgos arqueológicos en Mesopotamia en tiempos modernos. Más importante, con todo, fue la tablilla de arcilla, el soporte de escritura que se desarrolló en el sur de Mesopotamia y que adoptaron todas las culturas del Próximo Oriente. Tiene una resistencia increíble en los terrenos duros de la región y los textos, desde el recibo por una sola oveja hasta la extensa Epopeya de Gilgamesh, son abundantes. La supervivencia de numerosos documentos de uso cotidiano diferencia al Próximo Oriente antiguo de otras culturas antiguas. En Egipto, Grecia y Roma se ponían por escrito cosas similares, pero en pergamino y papiro, materiales que solamente han sobrevivido en circunstancias excepcionales. Los escritos del Próximo Oriente antiguo son ricos no solo en número, sino también en lo que abarcan: economía, actividad urbanística real, campañas militares, gestión del gobierno, literatura, ciencia y muchos otros aspectos de la vida que se ven ricamente documentados.

Los materiales arqueológicos han adquirido importancia progresiva como una de las herramientas del historiador. Las excavaciones no solo nos permiten determinar, por ejemplo, que los hititas estaban presentes en el norte de Siria en el siglo XIV, sino que también nos permiten estudiar las condiciones materiales de sus vidas en esa zona. El Próximo Oriente está cuajado de montículos artificiales formados a lo largo de los siglos por los restos de ocupación humana. Se denominan tell en árabe, tepe en persa y hüyük en turco, términos que aparecen en los nombres de la mayoría de yacimientos arqueológicos. Las posibilidades de excavación son tan grandes que hasta ahora nos hemos limitado a arañar la superficie, aun tras más de ciento cincuenta años de trabajo. Las ciudades principales como Uruk, Babilonia, Nínive y Hattusa han sido exploradas a lo largo de muchas décadas y han suministrado numerosos edificios, monumentos, objetos y textos. Pero cuando uno compara lo que se ha descubierto con lo que permanece oculto, queda claro que esto es solamente el principio. Quedan miles de yacimientos por explorar y no todos ellos pueden ser investigados de manera sistemática. Puesto que hay construcciones continuas de pantanos, carreteras y desarrollos agrícolas que amenazan con destruir totalmente yacimientos antiguos, los esfuerzos de rescate a menudo determinan la selección de qué se excava.

Recuadro 1.1. ¿QUÉ HAY EN UN NOMBRE?

Al igual que uso del término ‘Próximo Oriente’ es hoy poco frecuente fuera del campo de estudio de la historia y la arqueología, el significado exacto de muchos otros nombres geográficos tiene un valor particular en estas disciplinas. A menudo este uso es cuestión de hábito y rara vez se detalla explícitamente lo que esos nombres designan. A menudo derivan de fuentes antiguas, pero se modificó su significado para indicar una realidad algo diferente, a menudo según la terminología imperial británica del siglo XIX, cuando se desarrolló el estudio del Próximo Oriente antiguo. Uno de esos términos es ‘Mesopotamia’, una etiqueta griega para el área delimitada por la gran curva del Éufrates en Siria, pero que hoy día se aplica a toda la región comprendida entre los ríos Tigris y Éufrates y a veces incluso a zonas más allá de esas fronteras. Mesopotamia está compuesta por dos zonas diferenciadas: Asiria al norte y Babilonia al sur. Ambos son en origen términos políticos que hacen referencia a estados antiguos que existían después de 1450 a.e.c., pero que a menudo se usan como designaciones puramente geográficas aplicables a cualquier momento histórico (y así las usaré aquí). Muchos expertos utilizan otro término político, ‘Sumer’ (o a veces el no existente ‘Sumeria’), para referirse a la mitad meridional de Babilonia en el cuarto y tercer milenios. No sigo esa práctica.

Fuera de Mesopotamia, los estudios de historia del Próximo Oriente antiguo a menudo hablan del Levante, esto es, el lugar por donde sale el sol desde una perspectiva europea, para designar la región a lo largo de la costa mediterránea oriental entre Turquía y Egipto. Al norte, la parte asiática de la actual Turquía a menudo es denominada Anatolia, nombre derivado del término griego que expresa la salida del sol. Para la misma región se utiliza también la expresión latina Asia Menor. A menudo aparecen nombres de países, como Irán, Siria, Egipto e Israel, pero sus fronteras no coinciden exactamente con las de los correspondientes estados-nación modernos. El uso del término ‘Iraq’ es raro, excepto en publicaciones británicas. Siria-Palestina y el correspondiente adjetivo son términos puramente geográficos. Todo esto puede parecer confuso de entrada, pero pronto resulta claro lo que el autor está pensando.

No deberíamos subestimar la medida en que los altibajos de la exploración arqueológica influyen en nuestra visión de la historia del Próximo Oriente. Las circunstancias políticas en el Oriente Medio contemporáneo, especialmente, han determinado dónde se puede excavar. La competición imperial entre Gran Bretaña y Francia a mediados del siglo XIX llevó a sus representantes a concentrarse en yacimientos masivos en el Iraq septentrional, la región de Asiria. Allí hallaron los monumentos más impresionantes, que se exhibirían en los museos nacionales, algo que desencadenó el primer interés en la historia de Asiria. Solo en fechas posteriores de ese siglo, cuando la inquietud por los orígenes alcanzó su apogeo, comenzarían los arqueólogos a explorar sistemáticamente el sur de Iraq, en busca de los antiguos sumerios. Los acontecimientos más recientes han tenido un impacto dramático en la investigación arqueológica. La Revolución iraní de 1979, las guerras de Iraq de 1991 y 2003, la presente guerra civil en Siria y otros conflictos han obligado a los arqueólogos a abandonar proyectos, especialmente en el corazón de Mesopotamia. Han buscado nuevos terrenos en regiones antes tenidas por periféricas y con ello han resaltado sus desarrollos. Como consecuencia, nos han obligado a reconsiderar la primacía y dominio de Mesopotamia en muchos aspectos de la Historia.

Hay que presentar una última idea sobre la distribución y naturaleza de las fuentes. En el Próximo Oriente antiguo hay una correlación directa entre la centralización política del poder, el desarrollo económico, la construcción de arquitectura monumental y el incremento de la producción de todo tipo de documentos escritos. Así, las fuentes, tanto arqueológicas como textuales, acentúan los momentos de fortaleza política. La Historia es por naturaleza una ciencia positiva (es decir, discutimos lo que se ha preservado) y se concentra necesariamente en esos momentos en que las fuentes son más abundantes. Entremedias aparecían lo que denominamos «eras oscuras». Con todo, los tres milenios de historia del Próximo Oriente antiguo están cubiertos con una continuidad casi total y en ocasiones las fuentes son muy abundantes. Por ejemplo, la documentación disponible sobre la Babilonia del siglo XXI supera en número y ámbito los textos escritos de muchos períodos posteriores de la historia. El Próximo Oriente antiguo no da a conocer las primeras culturas de la Historia sobre las que puede desarrollarse una investigación histórica auténtica y detallada. En esta investigación hemos de ser muy conscientes de la naturaleza de las fuentes, sin embargo. Puesto que derivan casi exclusivamente de las instituciones e individuos que ejercían el poder, se concentran en sus actividades y presentan sus puntos de vista. Siempre describen los éxitos de los reyes, por ejemplo, nunca sus fracasos. Representan a los poseedores del poder como los actores únicos de las sociedades, ignorando al pueblo, y los procesos que se oponían a sus acciones y debilitaban su efectividad. Es fácil ser llevado al error y acabar viendo la historia del Próximo Oriente antiguo como una larga secuencia de gestas gloriosas de reyes, cuyo control sobre las sociedades era absoluto. Ciertamente no era así y a lo largo de la historia hubo políticas fallidas, operaron líneas de oposición e individuos y comunidades escaparon a los controles cuya existencia proclaman las fuentes oficiales y demás. Existieron discursos alternativos, pero no podemos recuperarlos a partir de relatos explícitos. Por el contrario, tenemos que cuestionarnos los relatos que tenemos —leer entre líneas— a fin de obtener una imagen equilibrada.

1.3. GEOGRAFÍA

El Próximo Oriente es una vasta extensión de tierra situada en la intersección de tres continentes: África, Asia y Europa. Allí se juntan tres placas tectónicas y sus movimientos determinan la geografía de la región. La placa árabe presiona hacia el norte bajo la placa irania, empujándola hacia arriba y viéndose obligada a descender. Donde chocan ambas placas hay una larga depresión que se extiende desde el mar Mediterráneo hasta el golfo Pérsico, por donde corren los ríos Tigris y Éufrates, convirtiendo el desierto en tierra muy fértil allí donde alcanzan sus aguas. Las placas africana y árabe se encuentran en el extremo occidental del Próximo Oriente y están separadas por un angosto valle a lo largo de los montes Amanus y del Líbano, situados en paralelo a la costa mediterránea. Hay poco espacio disponible para asentamientos costeros, excepto al sur, donde se ensancha la llanura. El norte y el este del Próximo Oriente están también definidos por cordilleras elevadas, el Tauro y los Zagros, que contienen las fuentes de todos los ríos de la región. El sur de la región es una enorme masa llana, que forma los desiertos de Siria y Arabia. Se vuelven más montañosos al dirigirse al sur y carecen de agua casi por completo.

Los fenómenos geológicos, terremotos y erupciones volcánicas, así como los efectos del viento, la lluvia y el agua, han creado un área de gran diversidad. En considerable contraste con la imagen popular del Oriente Medio como una extensión llana y monótona, la variación entre entornos naturales es enorme, desde grandes pantanos hasta vastos y áridos desiertos, y desde zonas deprimidas de carácter aluvial hasta montañas elevadas. También, en la escala local, existen grandes variaciones ecológicas en microentornos muy definidos. Dos ejemplos demuestran esto. Babilonia, el área entre el golfo Pérsico y la actual Bagdad, puede parecer un área con poca diversidad que dependía de la irrigación del Éufrates y el Tigris para su supervivencia. Pero esa extensión contenía zonas ecológicas muy diferenciadas. El norte era una meseta desértica donde la agricultura solo podía darse en los angostos valles fluviales. Algo más río abajo, los ríos penetraban una zona aluvial llana, pero mantenían canales claramente definidos que hacían posible la agricultura por irrigación en parcelas cuadradas. Al sur de la ciudad de Babilonia, los ríos se dividían en ramales en cambio constante que corrían casi al nivel del suelo y numerosos canales de construcción humana conducían agua a parcelas alargadas. Finalmente, cerca del golfo Pérsico extensas marismas hacían la agricultura imposible. En cada una de estas zonas había presencia de distintos nichos ecológicos próximos, dependiendo del acceso al agua y otros factores, orientados al suministro de recursos: pescado y juncos en las marismas, pasto para rebaños de ovejas en la estepa septentrional, etc. La extensión y localización de estos nichos fue variando a causa de factores naturales y de la actividad humana y el paisaje experimentó cambios a lo largo del tiempo. Pero la diversidad natural siempre caracterizó el área que genéricamente denominamos Babilonia.

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Mapa 1.1. El Próximo Oriente antiguo.

En las montañas del Líbano hay un abanico de ecosistemas incluso mayor. El valle de la Beqa’a, entre las cordilleras del Líbano y el Antilíbano, tiene unos cien kilómetros de largo y veinticinco de ancho. Sobre el mapa, esta pequeña área parece uniforme, pero hay diferencias locales. Las altas montañas producen precipitaciones abundantes en la zona occidental; el área al este es consecuentemente seca. Los manantiales, aunque numerosos, se hallan dispersos de forma irregular a lo largo de la región y el río Orontes no es una buena fuente para agua de irrigación. Las zonas húmedas alternan con áreas muy secas, las zonas de horticultura intensiva con zonas donde solo pueden subsistir los pastores. El valle es por lo tanto una colección de lo que se ha denominado microecosistemas, cada uno de los cuales permitía distintos modos de vida.

Dentro de esta zona tan vasta debemos reconocer la gran variabilidad del entorno natural. Sin embargo, hay ciertas características básicas con importantes repercusiones para el sustento de sus pobladores. La agricultura, el requisito previo para asentamientos permanentes de elevado número de habitantes, es difícil. Las precipitaciones son escasas en casi todas partes porque las cordilleras elevadas del oeste dejan extensas zonas del Próximo Oriente en la zona de sombra de la lluvia. La agricultura que depende de la lluvia, la llamada agricultura seca, requiere al menos 200 mm anuales de agua. La isoyeta de los 200 mm, esto es, la línea que conecta los puntos con ese mismo nivel de precipitaciones, traza un amplio arco desde el Levante meridional hasta el golfo Pérsico. Las montañas y colinas reciben más lluvia, las planicies menos e incluso prácticamente nada. Pero la línea del mapa puede resultar engañosa: la variabilidad anual es grande y hay una amplia zona marginal que a veces recibe suficiente lluvia pero a veces no. La agricultura dependiente de la lluvia solo está garantizada al llegar a la isoyeta de los 400 mm. El efecto en los asentamientos humanos es drástico. Al sur de la isoyeta de los 400 mm, la agricultura solo es posible si hay ríos que aporten agua para irrigación. El Tigris y el Éufrates constituyen una línea de salvación para la llanura de Mesopotamia, donde las precipitaciones son escasas y erráticas. Ambos ríos y sus afluentes, Balij, Habur, Gran Zab y Pequeño Zab, Diyala, Kerkheh y Karum, nacen en las montañas de Turquía e Irán, donde la lluvia y la nieve los alimentan. Como ríos perennes, su agua puede explotarse para irrigar cultivos mediante gestión cuidadosa y técnicas que se analizarán posteriormente en este mismo capítulo.

En el período de tiempo que estudiamos es muy posible que tuvieran lugar largas fases de sequía. Aunque podemos asumir que en los últimos diez mil años el clima del Próximo Oriente no ha cambiado sustancialmente, es seguro que incluso las variaciones marginales tuvieron graves consecuencias para sus habitantes e impacto en los desarrollos históricos. ¿Fue la llamada Edad Oscura el resultado de un período de clima más seco? Habría hecho imposible la agricultura dependiente de la lluvia en zonas que habitualmente dependían de ella y habría hecho descender el nivel de los ríos hasta tal punto de que las zonas irrigadas mermasen. ¿O debemos concentrarnos en factores humanos a la hora de explicar esos períodos? Veremos que las explicaciones del declive y el colapso siempre son complejas e implican múltiples factores. El clima probablemente tuviera un papel en muchas ocasiones, pero por desgracia carecemos de suficientes detalles sobre el clima de la Antigüedad para que pueda servir como explicación de los drásticos cambios políticos y económicos que observamos.

Otro rasgo importante de la geografía son las fronteras. Las crearon montañas, mares y desiertos, que podían cruzarse, pero en lugares muy concretos y solo con tecnología especial. Los montes Zagros y el Tauro eran barreras masivas para los estados de Mesopotamia y solo podían ser rebasadas por los valles fluviales. Por lo tanto, ahí la expansión militar siempre se veía restringida, incluso en el caso de grandes potencias como Asiria. Las cordilleras del Levante dejaban solo un estrecho pasillo de acceso de Siria septentrional a Egipto y el control de un solo valle podía bloquear el acceso entre ambos. Las montañas eran también el hogar de muchos grupos que los estados que estudiamos eran incapaces de gobernar. Para los habitantes de las llanuras, las montañas a menudo constituían por lo tanto una visión inhóspita y aterradora.

Los mares componían un tipo de frontera muy distinto; las más importantes eran el Mediterráneo y el golfo Pérsico. Creaban una frontera, pero, una vez franqueados, permitían el acceso a regiones muy distantes. Así, el golfo Pérsico y las marismas en su extremo formaban el límite meridional de Mesopotamia, pero a partir del quinto milenio los mesopotámicos navegaron en naves primitivas a regiones a lo largo de la costa del Golfo. A finales del cuarto milenio, es posible que algunos marineros llegasen a Egipto por esa vía, y en el tercer y segundo milenios los contactos marítimos directos con el valle del Indo eran habituales. El Mediterráneo era otra cuestión. Solo había un puñado de puertos a lo largo de su costa, ninguno al sur de Jaffa. A finales del tercer milenio, de todos modos, los egeos navegaban a la costa de Siria-Palestina y en la segunda mitad del segundo milenio la navegación por el Mediterráneo oriental era común. En torno al 1200, las innovaciones tecnológicas permitieron a pueblos de los puertos siro-palestinos viajar largas distancias y el Mediterráneo entero quedó a su alcance. Los fenicios del primer milenio establecieron colonias tan al oeste como España y la costa atlántica de Marruecos.

El gran desierto que se extiende entre Mesopotamia y el Levante constituye una frontera más formidable. Durante milenios, solo se podía avanzar por los valles del Tigris o del Éufrates y cruzar la estepa de Siria septentrional. Con la domesticación del camello en torno al año 1000 se hizo posible la travesía directa, aunque siguió siendo poco frecuente. Aun cuando pequeños grupos pudieran cruzarlo directamente, la falta de agua seguía obligando a los ejércitos a dar un rodeo por Levante y el norte de Siria para ir de Egipto a Mesopotamia. El desierto, como las montañas, era hogar de grupos temidos y odiados por las tribus sedentarias, nómadas cuyos estilos de vida eran despreciados y cuya gobernabilidad era imposible. Aunque el desierto se pudiera atravesar, los estados del Próximo Oriente no podían someter a sus habitantes.

XIII